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Había que hablar de esto...


La entrada de hoy creo que es el post más duro de escribir desde que he empezado el blog, pero creo que es necesario soltarlo y abrirme para que también se puedan entender los que están por venir. Lo que voy a contar sólo lo sabe un amigo, la persona que más me ha ayudado durante todo este proceso, y mi psicólogo, por lo que también quiero que esto sirva para destacar lo importante que es la salud mental en esta enfermedad y que no pasa nada por pedir ayuda profesional.

Tuve una época en la que se me juntaron muchos brotes seguidos, una mala relación con mi familia y problemas laborales. De repente me vi sin salida, que no había escapatoria de aquello. Sentía que nada iba a ir a mejor por mucho que luchara y tire la toalla por un momento, el problema es que ese momento pudo haber acabado con todo. Me tomé dos cartones enteros de pastillas, me tumbé en la cama y cerré los ojos esperando a que pasara el tiempo y poder descansar. En esos momentos hubo dos personas que pasaron por mi mente y salvaron mi vida literalmente, las dos personas más importantes en mi vida en ese momento, mi abuela, ya fallecida actualmente, y mi mejor amigo. Empecé a pensar en que había hecho, en que jamás iba a poder volver a verlos a ellos, y al resto de mi familia también, pero esas dos personas no paraban de pasar por mi mente. Entonces me levanté de la cama, fui corriendo al baño y vomité todo lo que había ingerido. En ese momento me di cuenta de que necesitaba ayuda profesional. Aún me costó un tiempo decidirme a buscar un psicólogo, pero finalmente decidí acudir a uno, que hoy en día forma parte de mi vida, al que no puedo estar más agradecido y que ya hablaré más de él.

Esa fue la única vez que he intentado quitarme la vida, pero aún con ayuda psicológica, esos pensamientos me han vuelto a pasar por la cabeza, la última vez muy recientemente, con este brote que estoy pasando ahora que me deja las piernas sin movimiento y unos días antes de empezar a escribir este blog. Sé que este tema es muy complicado y que muchas veces parece un tema tabú en nuestra sociedad, pero necesitaba contarlo y desahogarme. Hay que valorar todo lo que tenemos en la vida, aunque esta enfermedad nos lo ponga tan difícil muchas veces y nos haga ver que no hay futuro o que vamos a perder nuestra independencia para depender de los demás. Por ello es tan importante la salud mental como la física, y en la esclerosis más aún, tenemos que ser fuertes de cuerpo, pero más de mente. Cuando pensemos que no hay forma de avanzar, que está todo perdido, siempre hay que pensar que hay un camino, una pequeña posibilidad que nos puede dar una oportunidad de seguir luchando y viviendo. Hay que agarrarse a un ancla que nos mantenga a flote y poder salir del pozo en el que estemos. ¿Y que puede ser esa ancla? Os lo explicaré en mi siguiente post.

Espero no haber ofendido a nadie con esta entrada, simplemente es un tema controvertido y del que yo creo que habría que hablar más abiertamente, ya que se puede superar con la ayuda adecuada. Y como habla la canción que acompaña a este post, los problemas no se arreglan con parches o remedios milagrosos, y menos tirando la toalla, porque ahí seguro que nos vamos a arrepentir.




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