Ir al contenido principal

La vida es un carnaval

 

Hoy necesito hacer un post más positivo, las piernas aún no me responden del todo y estoy bastante desanimado, así que he pensado que escribir un rato sobre cosas buenas a lo mejor me alivia un poco. Hace poco he leído en un foro la experiencia de una mujer que hablaba de que la esclerosis para ella era buena, que se había acostumbrado a vivir con ella y no le veía nada malo ya. Me encantaría poder verlo así, pero no tengo ni idea de que le puedo ver bueno a una enfermedad que es tan impredecible y que te limita tanto en muchos aspectos de la vida. Sin embargo, sí que es verdad que te hace valorar muchísimo las pequeñas cosas de la vida y cosas como ir al trabajo, al supermercado, un viaje, tomarte un café con tus padres o unas cañas con un amigo, aprendes a disfrutarlas mucho más porque sabes lo que es no poder hacerlo en época de brotes o pensar que en un futuro no las podrás hacer más.

Hubo una época en la que yo había terminado el doctorado, ya no trabajaba como investigador en la universidad, y estaba en el paro de brote en brote y con un principio de depresión que no auguraba nada bueno. Además, por circunstancias de la vida, mi familia iba a mudarse a Palencia y no me iba a quedar otra que irme con ellos a aquel lugar donde no conocía a nadie y tampoco había mucho futuro para mi allí profesionalmente. Siempre había querido irme a vivir al extranjero, era mi sueño, poder ver como se vive en otro país, con una lengua y cultura diferentes. Y entonces, cuando ya parecía todo perdido, apareció mi oportunidad.

Me ofrecieron pedir una beca para irme durante un año a trabajar como investigador a Brasil. No lo pensé mucho, rellené la solicitud, la documentación que me pedían y lo mandé, sin mucha esperanza, ya que tenía claro que no me iban a seleccionar. A los dos meses, estaba de vacaciones con un amigo por el norte y recibí un correo, me habían seleccionado y en tres meses tendría que mudarme al otro lado del océano para empezar a trabajar. Al principio fue un shock, dude en si irme o no varias veces. Mi familia tenia miedo, no confiaban en que alguien con mi problema pudiese irse a vivir tan lejos, a un país con una sanidad desconocida donde no podría hacerme controles tan frecuentes. Por otro lado, este amigo que estaba conmigo de vacaciones, del que ya os hablaré más adelante, siempre me apoyó y me animó a lanzarme a la aventura. Al final fui valiente y pasados esos meses estaba en un avión destino a Sao Paulo.

He de decir que fue la mejor decisión de mi vida. Estuve casi dos años viviendo allí, sin ningún brote y siendo realmente feliz. Brasil me enseñó a ser completamente independiente, a conocer otro modo de vivir, una cultura muy diferente y una libertad sexual increíble, que también me abrió muchísimo la mente. Allí mejoré como investigador y como persona, pero sobre todo fueron dos años de respiro, de olvidarme de la esclerosis y sentirme sano otra vez. Por ello esta vuelta a la realidad que estoy viviendo ahora está siendo dura y echo mucho de menos mi vida allí. En fin, que no todo va a ser a malo y que a veces esto nos da un respiro y aunque sea por poco tiempo nos deja volver a la normalidad. Como dijo una gran diva de la canción, no hay que llorar, que la vida es un carnaval (pero sólo a veces)



Comentarios

Entradas populares de este blog

La fuerza del destino

Han transcurrido cinco meses desde la última vez que vertí mis pensamientos en este rincón digital, y hoy retorno a él impulsado por dos motivos fundamentales. El primero nace de la recomendación de mi psicólogo, con quien he estado trabajando diligentemente para comprenderme mejor y enfrentar los desafíos que la vida ha arrojado a mi camino. Pero no es únicamente esta sugerencia profesional la que me trae de vuelta a estas líneas. Siento una necesidad profunda de desahogarme aquí, aunque sea solo por esta vez, sin prometer continuidad. Este escrito servirá, al menos, para aligerar algunos de los pesares que me han estado abrumando últimamente. Para dar algo de contexto, he atravesado una depresión que casi me consume por completo. Aunque he recorrido un largo camino hacia la mejoría, la oscuridad aún no ha abandonado del todo mi horizonte. A esto se suma la angustia por la grave situación de salud de mi padre, una realidad que me ha forzado a replantear muchas cosas en mi vida, temas ...

El miedo de ser una carga

Cuando recibes malas noticias en la vida, el primer instinto es la negación, buscar una manera de minimizar el problema o, mejor aún, de hacerlo desaparecer por completo. Como mencioné en publicaciones anteriores, los últimos resultados de mi enfermedad no fueron alentadores. Me han comunicado que he entrado en la fase final, y pronto empezaré a sentir todo el peso de la esclerosis. A veces me engaño a mí mismo pensando que lo he aceptado, pero la realidad es muy distinta. Intento encontrar algún pequeño atisbo de esperanza. Por eso hoy acudí a otro neurólogo, especialista en esta enfermedad, en busca de una segunda opinión. Sin embargo, no obtuve lo que buscaba; la consulta solo confirmó el diagnóstico inicial. Es difícil vivir cuando tu futuro está condicionado por algo así. En este momento, me siento roto en mil pedazos, y recurro al blog para intentar recomponerme, soltando aquí lo que pienso. Quizás me estoy abriendo demasiado y eso me asusta, tal vez incluso acabe borrando esta p...

Carta al niño que fui

Como mencioné en mi última publicación, la situación ha empeorado notablemente desde la última revisión médica, y las noticias no han sido alentadoras. Estoy trabajando con mi psicólogo para aprender a sobrellevar esta fase final de la enfermedad, y, como parte de ese proceso de aceptación, me sugirió escribir una carta a ese niño que alguna vez fui, antes del diagnóstico, antes siquiera de enfrentar los aspectos más oscuros de la vida. He reflexionado mucho sobre cómo redactar esta carta, sobre qué palabras podría ofrecerme a mí mismo para prepararme ante todo lo que estaba por venir. Se amontonan tantas ideas en mi cabeza, pero intentaré destilar lo esencial en este post, enfocándome en lo que considero más importante. Lo primero que le diría a ese niño es, inevitablemente, que enfrentará una situación de salud devastadora, algo que trastocará todo lo que hasta entonces conocía. Ese monstruo, la esclerosis, lo golpeará con una fuerza implacable, pero a la vez, le abrirá los ojos para...