Ir al contenido principal

11/11/11:00

 

Hoy hace seis años que defendí mi tesis doctoral y me convertí en doctor, seis años ya de aquella fecha tan especial, el 11 del 11 a las 11 horas. Cualquier persona que haya pasado o esté pasando por este proceso sabe perfectamente lo duro que es y todo el trabajo que hay que dedicarle. Sin embargo, yo os voy a voy contar lo que es llevar a cabo todo esto, pero acompañado de los brotes producidos por la esclerosis.

Como ya he contado, fue en mi primer año de doctorado cuando fui diagnosticado y aún no sabía lo que conllevaba sacar adelante una tesis doctoral. Es cierto que, en muchos momentos, por no decir siempre, fui demasiado inconsciente poniendo siempre por delante mi trabajo a mis problemas de salud. Durante uno de los brotes me pusieron un tratamiento bastante fuerte con fármacos parecidos a los utilizados en la quimioterapia del cáncer, por lo que tenía que ir cada cierto tiempo a ponerme una dosis y según salía del hospital me iba a la universidad a seguir trabajando. Muchas veces estaba en mi mesa sentado encontrándome muy mal del tratamiento y tenía que ir rápidamente al baño, vomitaba y volvía como si no hubiese pasado nada a continuar escribiendo o analizando mis datos.

Otra de las cosas que supone hacer un doctorado es el asistir a congresos de investigación donde expones tus resultados y pueden ser nacionales como internacionales. En uno de esos congresos, en Polonia, acudí sólo a pesar de tener problemas en los ojos por un brote. Una noche estaba en mi habitación del hotel y perdí a vista completamente, cayéndome al suelo y desorientándome del todo. No sabía qué hacer y me angustié bastante durante un rato porque no encontraba el móvil ni el teléfono de la habitación. Finalmente pude encontrar el teléfono e ingeniármelas para pedir un taxi, con el que conseguí llegar a un hospital polaco y hacerme entender, no se aún como, para que me pusieran un tratamiento de corticoides intravenoso y poder frenar mis síntomas oculares. Creo que esa noche fue una de las experiencias que más me convenció de que mi vida no iba a ser normal con esa enfermedad de compañera.

Si sumáis el estrés producido por la enfermedad al común durante una tesis, se crea un cóctel bastante explosivo que fue difícil de manejar. Sin embargo, creo que a la vez fueron de los mejores años de mi vida, porque me permitieron conocer a mi ancla y descubrir mi verdadera vocación y el trabajo ideal, que es justo el que ahora mismo tengo la suerte de tener. Si alguna persona joven con esclerosis lee este post y tiene miedo de embarcarse en una tesis doctoral con nuestra problemática, yo le animo a levarla a cabo, pero no va a ser fácil y encontrarás más obstáculos que el resto.



Comentarios

Entradas populares de este blog

La fuerza del destino

Han transcurrido cinco meses desde la última vez que vertí mis pensamientos en este rincón digital, y hoy retorno a él impulsado por dos motivos fundamentales. El primero nace de la recomendación de mi psicólogo, con quien he estado trabajando diligentemente para comprenderme mejor y enfrentar los desafíos que la vida ha arrojado a mi camino. Pero no es únicamente esta sugerencia profesional la que me trae de vuelta a estas líneas. Siento una necesidad profunda de desahogarme aquí, aunque sea solo por esta vez, sin prometer continuidad. Este escrito servirá, al menos, para aligerar algunos de los pesares que me han estado abrumando últimamente. Para dar algo de contexto, he atravesado una depresión que casi me consume por completo. Aunque he recorrido un largo camino hacia la mejoría, la oscuridad aún no ha abandonado del todo mi horizonte. A esto se suma la angustia por la grave situación de salud de mi padre, una realidad que me ha forzado a replantear muchas cosas en mi vida, temas ...

El miedo de ser una carga

Cuando recibes malas noticias en la vida, el primer instinto es la negación, buscar una manera de minimizar el problema o, mejor aún, de hacerlo desaparecer por completo. Como mencioné en publicaciones anteriores, los últimos resultados de mi enfermedad no fueron alentadores. Me han comunicado que he entrado en la fase final, y pronto empezaré a sentir todo el peso de la esclerosis. A veces me engaño a mí mismo pensando que lo he aceptado, pero la realidad es muy distinta. Intento encontrar algún pequeño atisbo de esperanza. Por eso hoy acudí a otro neurólogo, especialista en esta enfermedad, en busca de una segunda opinión. Sin embargo, no obtuve lo que buscaba; la consulta solo confirmó el diagnóstico inicial. Es difícil vivir cuando tu futuro está condicionado por algo así. En este momento, me siento roto en mil pedazos, y recurro al blog para intentar recomponerme, soltando aquí lo que pienso. Quizás me estoy abriendo demasiado y eso me asusta, tal vez incluso acabe borrando esta p...

Carta al niño que fui

Como mencioné en mi última publicación, la situación ha empeorado notablemente desde la última revisión médica, y las noticias no han sido alentadoras. Estoy trabajando con mi psicólogo para aprender a sobrellevar esta fase final de la enfermedad, y, como parte de ese proceso de aceptación, me sugirió escribir una carta a ese niño que alguna vez fui, antes del diagnóstico, antes siquiera de enfrentar los aspectos más oscuros de la vida. He reflexionado mucho sobre cómo redactar esta carta, sobre qué palabras podría ofrecerme a mí mismo para prepararme ante todo lo que estaba por venir. Se amontonan tantas ideas en mi cabeza, pero intentaré destilar lo esencial en este post, enfocándome en lo que considero más importante. Lo primero que le diría a ese niño es, inevitablemente, que enfrentará una situación de salud devastadora, algo que trastocará todo lo que hasta entonces conocía. Ese monstruo, la esclerosis, lo golpeará con una fuerza implacable, pero a la vez, le abrirá los ojos para...