Ir al contenido principal

A mis padres


Este post va dedicado a vosotros, mis padres, que habéis pasado todo esto conmigo, pero muchas veces sin tener toda la información porque yo no quería dárosla. Cuando empezó todo esto me metí dentro de mi mismo y decidí manteneros al margen y yo creo que fue uno de mis mayores errores. Siempre he pecado de una falsa confianza en mi mismo, pensando que puedo con todo lo que me viene yo solo, pero falsa porque en el fondo no creo tanto en mí, sino que lo hago por no ser una molestia para los demás.

Desde pequeño siempre he sentido que era un estorbo, el último de tres hermanos, siempre luchando por ser el mejor hijo. El más obediente y el más estudioso, sacando siempre las mejores notas y pasando días y días estudiando para conseguir sentirme un poco más valorado. He buscado vuestra aprobación como hijo cuando ahora me doy cuenta de que la he tenido desde el principio. Vosotros teníais la ilusión de que estudiara medicina, pero no conseguí llegar a la nota y he de deciros que me alegré aun habiendo decepcionado vuestras expectativas, ya que yo quería estudiar en realidad Veterinaria. Aún así terminé la carrera, estudié un máster y conseguí el doctorado, por lo que al final habéis podido llamarme doctor. El día que defendí la tesis sentí por primera vez en mucho tiempo que estabais realmente orgullosos de mí.

Sin embargo, no sabíais por todo lo que había pasado para llegar allí. Conocíais ya mi diagnóstico, pero no os hacéis idea de todo lo que había pasado hasta ese momento. Mi ancla conoce todo, todos los brotes que pasé y que se hacían más duros aún por mi manía de ocultar todo y a la vez trabajar unas diez horas diarias para conseguir terminar el doctorado. Pasé por situaciones en las que el miedo me abordó al no saber que hacer, como en aquel congreso en Polonia donde estando sólo en el hotel perdí la vista completamente y no sé ni como conseguí salir de aquello.

Como veis he pasado por muchas cosas que desconocéis totalmente y que espero poder contaros pronto, pero quería aprovechar este post para daros las gracias. Hemos tenido momentos complicados en nuestra relación, todos yo creo impulsados por esta situación que estaba viviendo y que me hacía cambiar mi forma de ser sin que lo entendieseis. Sin embargo, tengo que daros las gracias a los dos porque disteis vuestra vida por nosotros, con dieciocho años recién cumplidos tuvisteis a mi hermana y decidisteis sacarla adelante dejando atrás familia que no estaba de acuerdo con vuestra decisión. Luchasteis por mí y mis hermanos trabajando de sol a sol, sin parar, todo para que pudiésemos ir a los mejores colegios y universidades. Espero poder sentarme un día con vosotros y contaros todo lo que por miedo no os he contado y así devolveros un poco de todo lo que habéis hecho por mí.

Como decía en anteriores posts, esta enfermedad te hace valorar todo mucho más y no puedo estar más agradecido de vuestro sacrificio, los valores que me habéis inculcado y de que en su momento dejasteis todo por correr en busca del dorado, ese sueño de familia que teníais y que espero por mi parte no haberos decepcionado.



Comentarios

Entradas populares de este blog

La fuerza del destino

Han transcurrido cinco meses desde la última vez que vertí mis pensamientos en este rincón digital, y hoy retorno a él impulsado por dos motivos fundamentales. El primero nace de la recomendación de mi psicólogo, con quien he estado trabajando diligentemente para comprenderme mejor y enfrentar los desafíos que la vida ha arrojado a mi camino. Pero no es únicamente esta sugerencia profesional la que me trae de vuelta a estas líneas. Siento una necesidad profunda de desahogarme aquí, aunque sea solo por esta vez, sin prometer continuidad. Este escrito servirá, al menos, para aligerar algunos de los pesares que me han estado abrumando últimamente. Para dar algo de contexto, he atravesado una depresión que casi me consume por completo. Aunque he recorrido un largo camino hacia la mejoría, la oscuridad aún no ha abandonado del todo mi horizonte. A esto se suma la angustia por la grave situación de salud de mi padre, una realidad que me ha forzado a replantear muchas cosas en mi vida, temas ...

Cien latidos

Cien textos. Cien momentos en los que escribir fue lo único que pude hacer cuando todo lo demás me sobrepasaba. No siempre tuve fuerzas, y muchas veces no encontraba sentido alguno, pero incluso en los días más rotos, o precisamente en ellos, algo dentro de mí necesitaba salir, ser dicho, narrarse, aunque fuera al vacío. Como si poner palabras fuera, todavía, la única forma posible de seguir existiendo sin romperme del todo. No hay victoria aquí, ni redención. No hay moraleja de superación ni aplausos por haber llegado tan lejos. Lo único que puedo afirmar con certeza es que sigo, más cansado, con un cuerpo que se desmorona por dentro y una mente que hace tiempo que dejó de estar del todo entera, pero sigo. Y eso, con esta enfermedad, ya es mucho más de lo que parece. No recuerdo el momento exacto en el que decidí empezar este blog, solo sé que necesitaba un sitio donde volcar todo lo que no podía decir en voz alta. No buscaba consuelo, ni comprensión, ni siquiera compañía. Solo necesi...

Caer y seguir respirando

  Hoy necesitaba escribir aquí, aunque ya hace tiempo que no lo hago. Quizás porque sentí que ya no podía hablar con sinceridad en estas páginas digitales, pero creo que ha pasado el suficiente tiempo para volver a ser un lugar más invisible donde poder abrirme y desahogarme un poco. No sé ni por qué escribo esto. O mejor dicho: sí lo sé, pero me cuesta admitirlo. Escribo porque no tengo otro lugar donde dejar todo esto que me está aplastando. Porque si no lo escribo, se me enquista adentro. Y ya tengo suficientes cosas pudriéndose en el pecho. Hace unos días volví a intentarlo. Sí. Una vez más. Y sí, sigo aquí. No lo cuento para que nadie me tenga lástima. No lo cuento para llamar la atención. Lo cuento porque me estoy cayendo, hondo, lento, sin freno, y necesito decirlo en algún lado, aunque sea en este rincón casi invisible que es mi blog. Me siento como un cuerpo que sobrevive por pura inercia. Me levanto cada día sin ilusión. No porque haya una meta, o un motivo, o un sueño al...