Tenía pensada otra entrada, pero si no hablo de
esto ahora voy a explotar. Hoy voy a dejar apartado un poco el tema de la
esclerosis. Se que es el tema principal de este blog y el que quiero que siga
hilando todas las entradas que hago aquí, pero hoy creo que es necesario hacer
un “break” y hablar de un tema que me ha tocado la fibra.
Ya os he hablado muchas veces en post anteriores
de mi ancla, esa persona que ha sido y es fundamental en mi vida y en como me
enfrento a esta enfermedad. Hoy hablando con mi psicólogo me ha preguntado si
tenía algún interés de tipo sexual o romántico/amoroso con él. Me ha chocado
mucho esa pregunta, que no es la primera vez que me la hacen, pero más viniendo
de él, que me conoce perfectamente y sabe toda mi historia. Creo que esa
pregunta en otra época hubiese sido hasta común, pero en el siglo XXI y a estas
alturas no tiene ningún sentido. Creo que hay que normalizar que dos chicos
puedan tener una amistad bonita sin tener ninguna connotación sexual.
Y sí, yo quiero muchísimo a mi ancla y no tengo
problema en decirlo. Ha sido la persona más importante en mi vida desde que
empezó este infierno y una de las razones por la que aún me quedan fuerzas para
luchar y seguir viviendo. Y no tengo ningún problema ni miedo en decirle que le
quiero, porque es algo normal, puedes querer a una persona sin tener ningún
tipo de interés de otro tipo. Normalicemos esto de una vez, el decir que
queremos a alguien sea del sexo que sea, porque es el sentimiento más bonito que
hay.
Y aunque me moleste tener que responder a esa
pregunta, lo voy a hacer. No, no tengo ningún interés en mi ancla más allá de
lo que ya tengo, la relación más bonita que he tenido nunca con nadie, mucho
más allá de sobre las que versaba la pregunta. Es la persona que ha estado a mi
lado desde el principio, que nunca ha soltado mi mano en los peores momentos y
con quién he podido contar siempre. Por lo que esta relación va más allá de lo
amoroso o lo sexual, para mi es como mi hermano y la persona que me ha salvado
la vida. Dejemos ya las etiquetas y querer encajar todo en cajones cerrados y
separados unos de otros, esas relaciones antiguas entre chicos donde la
masculinidad rancia primaba ante todo. No pasa nada por decir a un amigo que le
quieres y más si esa persona es la única que jamás te ha fallado.
Mañana este blog volverá a retomar su tónica
habitual, pero no podía dejar de hacer este comentario. Para terminar, como
dijo el gran Pau Donés (un gran luchador de otra enfermedad demoledora) en su
mejor canto a la amistad: “estar aquí vale la pena, gracias a ti seguí remando
contra la marea”.
Comentarios
Publicar un comentario