Ir al contenido principal

Para Pedro


Este post va en recuerdo de Pedro, un chico con esclerosis que sólo quería vivir un poco más pero no ha podido finalmente. Os hablé ayer de él, le conocí en la asociación hace dos días solamente y su historia me hizo identificarme mucho con él. Estaba en una silla y le acompañaba una mochila con oxígeno, pero en sus ojos y sus palabras vi las ganas que tenía por seguir viviendo, aunque también noté el miedo que tenía a que llegara ese fin que le habían anunciado.

Hoy he llegado a la asociación con la ilusión que traía de la última vez, donde me sentí cómodo y me sentí valorado, a la vez que sirvió mucho escuchar todas esas historias. Me he encontrado a la psicóloga encargada de estos grupos y me ha preguntado que hacía allí. Me había enviado un correo para que no acudiese hoy a la reunión, pero no llegué a leerlo, y el motivo era para intentar protegerme de esa mala noticia. Pedro había fallecido de una parada cardiaca la noche anterior, tenía el corazón muy débil y los médicos le habían dado meses de vida, pero él estaba convencido de que iba a superar esto. Al escuchar a la psicóloga me he quedado en shock y me ha preguntado si quería irme o me iba a quedar a la reunión. No me ha dado tiempo a reaccionar, me he quedado frío totalmente, y he decidido quedarme ya que estaba allí.

En la reunión se notaba la tristeza de todos. Me he dado cuenta de que él era muy querido allí y han estado recordando momentos vividos junto a él e historias que había contado. Me han pedido que leyera mi post sobre el ángel de la guarda para hacerle un bonito homenaje y lo he hecho aguantándome las ganas que tenía de salir corriendo de allí. Al terminar me he ido sin despedirme de nadie porque estaba ya al límite y en cuanto he salido de allí se me ha caído el mundo encima, he dado la vuelta a la esquina y he roto a llorar sentado en un banco. No me entra en la cabeza por qué es tan injusta esta enfermedad, él sólo quería vivir una vida normal como todo el mundo y cumplir sus sueños. Me contó el martes que este fin de semana iba a irse con su amigo a la sierra a pasarlo en una casa rural y que se encontraba bien, incluso iba a hacer una caminata por el monte que su amigo le había prometido, le iba ayudar empujando la silla por los caminos hechos en el monte, pero ahora ya no podrá hacerlo. No se si ese amigo llegará a leer este blog pero me gustaría decirle que, aunque sólo le conocí en una conversación de media hora, ha tenido una gran suerte de tenerle como amigo y que estoy seguro que esa teoría que tenía de los ángeles de la guarda es real y que siempre va a estar con él acompañándole en la vida, por lo que en su honor lo que tiene que hacer ese vivir la vida por los dos, por lo que Pedro no pudo.

Ahora mismo escribiendo estas palabras estoy destrozado, me he visto muy reflejado en él y tengo muchísimo miedo de que llegue ese día en que me toque a mí. Intento no pensar en ello y seguir con esa filosofía autoimpuesta de disfrutar de estos meses, pero no puedo evitar pensar en el final y estoy aterrado. Pedro, espero que estés en paz allí arriba y que sepas que has dejado una gran huella en todos tus compañeros del grupo y también en mí, sólo en esa media hora de conversación me has marcado, ojalá hubiese podido seguir conociéndote porque estoy seguro de que he perdido la oportunidad de conocer a una gran persona.

Ya conozco varias historias de gente con esta enfermedad que acaban de la misma forma. Ojalá avance la ciencia y acabe con este circulo vicioso que sólo causa sufrimiento tanto a nosotros, los pacientes, como a la gente que nos quiere. Que se rompa ya este maldito círculo.

Ahora puedes descansar en paz, tu lucha con esta enfermedad ya ha terminado.








Comentarios

Entradas populares de este blog

La fuerza del destino

Han transcurrido cinco meses desde la última vez que vertí mis pensamientos en este rincón digital, y hoy retorno a él impulsado por dos motivos fundamentales. El primero nace de la recomendación de mi psicólogo, con quien he estado trabajando diligentemente para comprenderme mejor y enfrentar los desafíos que la vida ha arrojado a mi camino. Pero no es únicamente esta sugerencia profesional la que me trae de vuelta a estas líneas. Siento una necesidad profunda de desahogarme aquí, aunque sea solo por esta vez, sin prometer continuidad. Este escrito servirá, al menos, para aligerar algunos de los pesares que me han estado abrumando últimamente. Para dar algo de contexto, he atravesado una depresión que casi me consume por completo. Aunque he recorrido un largo camino hacia la mejoría, la oscuridad aún no ha abandonado del todo mi horizonte. A esto se suma la angustia por la grave situación de salud de mi padre, una realidad que me ha forzado a replantear muchas cosas en mi vida, temas ...

El miedo de ser una carga

Cuando recibes malas noticias en la vida, el primer instinto es la negación, buscar una manera de minimizar el problema o, mejor aún, de hacerlo desaparecer por completo. Como mencioné en publicaciones anteriores, los últimos resultados de mi enfermedad no fueron alentadores. Me han comunicado que he entrado en la fase final, y pronto empezaré a sentir todo el peso de la esclerosis. A veces me engaño a mí mismo pensando que lo he aceptado, pero la realidad es muy distinta. Intento encontrar algún pequeño atisbo de esperanza. Por eso hoy acudí a otro neurólogo, especialista en esta enfermedad, en busca de una segunda opinión. Sin embargo, no obtuve lo que buscaba; la consulta solo confirmó el diagnóstico inicial. Es difícil vivir cuando tu futuro está condicionado por algo así. En este momento, me siento roto en mil pedazos, y recurro al blog para intentar recomponerme, soltando aquí lo que pienso. Quizás me estoy abriendo demasiado y eso me asusta, tal vez incluso acabe borrando esta p...

Carta al niño que fui

Como mencioné en mi última publicación, la situación ha empeorado notablemente desde la última revisión médica, y las noticias no han sido alentadoras. Estoy trabajando con mi psicólogo para aprender a sobrellevar esta fase final de la enfermedad, y, como parte de ese proceso de aceptación, me sugirió escribir una carta a ese niño que alguna vez fui, antes del diagnóstico, antes siquiera de enfrentar los aspectos más oscuros de la vida. He reflexionado mucho sobre cómo redactar esta carta, sobre qué palabras podría ofrecerme a mí mismo para prepararme ante todo lo que estaba por venir. Se amontonan tantas ideas en mi cabeza, pero intentaré destilar lo esencial en este post, enfocándome en lo que considero más importante. Lo primero que le diría a ese niño es, inevitablemente, que enfrentará una situación de salud devastadora, algo que trastocará todo lo que hasta entonces conocía. Ese monstruo, la esclerosis, lo golpeará con una fuerza implacable, pero a la vez, le abrirá los ojos para...