Ir al contenido principal

Cuando ya no le ves sentido a nada


Creo que hoy voy a escribir la publicación más dura de este blog, pero necesito que queden aquí estas palabras y por lo menos la gente pueda leer algún día como me sentía realmente y puedan entenderme un poco mejor.

Las piernas siguen sin responder bien y me es muy difícil caminar o mantenerme erguido de pie por mucho tiempo. Mi forma de andar no es la más normal y la cojera cada vez es más evidente, lo que hace que algunos compañeros de trabajo empiecen a darse cuenta y me hagan preguntas que no me gusta responder y evado como puedo. Aún así intento seguir yendo a trabajar como puedo porque es lo único que me queda en la vida ahora mismo que me mantenga un poco la cordura.

Estoy pasando unos días sólo en casa porque mis padres están fuera y mi hermano no ha pasado por aquí. Al estar en silencio da mucho tiempo para pensar y darte cuenta de muchas cosas. Lo principal es que ya no le veo sentido a nada, ya que todo lo que me hacía feliz en la vida lo he perdido y lo que mantengo es cuestión de tiempo que la esclerosis lo devore también. Como profesional, creo que he alcanzado las metas que tenía, aunque me hubiese gustado poder seguir creciendo y llegar aún más lejos. Sin embargo, siento que he perdido la seguridad que tenía y no estoy dando todo de mí, cosa que odio, ya que me gusta emplearme a fondo en mi trabajo y con los estudiantes. A nivel personal, creo que no lo he hecho mal del todo, he intentado ser buen hijo y hermano, aunque muchas veces no haya sido recíproco, pero no me arrepiento de ello. Como amigo siempre he hecho todo lo posible para ayudar en lo que pudiese y estar en los momentos buenos y malos. Es cierto que la esclerosis me ha hecho pasar por épocas como la de ahora en las que mi calidad como amigo ha dejado bastante que desear, pero espero que tanto los que conocen mi situación como los que no, cuando lean estas palabras, me entiendan. Sólo espero dejar un buen recuerdo en aquellas personas que me han conocido de verdad en todos mis aspectos.

Esta enfermedad coge todo lo que tienes y lo destruye delante tuyo. He vivido nueve años con esto y ya no puedo más, lo he intentado todo, he luchado sin descanso contra todo lo que me ha venido, pero ya se han acabado las fuerzas. Estoy cansado de vivir así porque literalmente me siento que sólo estoy yendo de un síntoma en otro, a cada cual peor que el anterior, y a medida que esto avanza cada vez me siento más sólo en vez de acompañado y es una sensación que me esta ahogando. Mi lugar ya no está aquí y aunque es difícil de aceptar, porque me encantaría sentir lo contrario, tengo muchas ganas de cerrar los ojos y que esto haya acabado.

Todas las personas tenemos un papel en este mundo, un destino que cumplir y unos objetivos que conseguir para que este mundo siga girando y creo que el mío ya está cumplido. Después de todos estos años he renunciado a cualquier creencia religiosa pero sí que me gusta pensar en eso del destino y que cada uno estamos colocados en un momento y lugar concretos donde cumplir nuestra función. He tenido una vida plena dentro de mis limitaciones y he hecho todo lo que he podido para ayudar a la gente que he querido y han estado a mi lado. Ahora creo que es justo que el mundo me deje descansar y no me pida continuar más, porque si sigo así mucho tiempo, lo que va a quedar de mi es sólo un cascarón vacío. Ya me he cansado de desafiar la gravedad de la vida, es hora de dejarme llevar y saltar al vacío.




Comentarios

Entradas populares de este blog

La fuerza del destino

Han transcurrido cinco meses desde la última vez que vertí mis pensamientos en este rincón digital, y hoy retorno a él impulsado por dos motivos fundamentales. El primero nace de la recomendación de mi psicólogo, con quien he estado trabajando diligentemente para comprenderme mejor y enfrentar los desafíos que la vida ha arrojado a mi camino. Pero no es únicamente esta sugerencia profesional la que me trae de vuelta a estas líneas. Siento una necesidad profunda de desahogarme aquí, aunque sea solo por esta vez, sin prometer continuidad. Este escrito servirá, al menos, para aligerar algunos de los pesares que me han estado abrumando últimamente. Para dar algo de contexto, he atravesado una depresión que casi me consume por completo. Aunque he recorrido un largo camino hacia la mejoría, la oscuridad aún no ha abandonado del todo mi horizonte. A esto se suma la angustia por la grave situación de salud de mi padre, una realidad que me ha forzado a replantear muchas cosas en mi vida, temas ...

El miedo de ser una carga

Cuando recibes malas noticias en la vida, el primer instinto es la negación, buscar una manera de minimizar el problema o, mejor aún, de hacerlo desaparecer por completo. Como mencioné en publicaciones anteriores, los últimos resultados de mi enfermedad no fueron alentadores. Me han comunicado que he entrado en la fase final, y pronto empezaré a sentir todo el peso de la esclerosis. A veces me engaño a mí mismo pensando que lo he aceptado, pero la realidad es muy distinta. Intento encontrar algún pequeño atisbo de esperanza. Por eso hoy acudí a otro neurólogo, especialista en esta enfermedad, en busca de una segunda opinión. Sin embargo, no obtuve lo que buscaba; la consulta solo confirmó el diagnóstico inicial. Es difícil vivir cuando tu futuro está condicionado por algo así. En este momento, me siento roto en mil pedazos, y recurro al blog para intentar recomponerme, soltando aquí lo que pienso. Quizás me estoy abriendo demasiado y eso me asusta, tal vez incluso acabe borrando esta p...

Carta al niño que fui

Como mencioné en mi última publicación, la situación ha empeorado notablemente desde la última revisión médica, y las noticias no han sido alentadoras. Estoy trabajando con mi psicólogo para aprender a sobrellevar esta fase final de la enfermedad, y, como parte de ese proceso de aceptación, me sugirió escribir una carta a ese niño que alguna vez fui, antes del diagnóstico, antes siquiera de enfrentar los aspectos más oscuros de la vida. He reflexionado mucho sobre cómo redactar esta carta, sobre qué palabras podría ofrecerme a mí mismo para prepararme ante todo lo que estaba por venir. Se amontonan tantas ideas en mi cabeza, pero intentaré destilar lo esencial en este post, enfocándome en lo que considero más importante. Lo primero que le diría a ese niño es, inevitablemente, que enfrentará una situación de salud devastadora, algo que trastocará todo lo que hasta entonces conocía. Ese monstruo, la esclerosis, lo golpeará con una fuerza implacable, pero a la vez, le abrirá los ojos para...