Ir al contenido principal

El pilar

No quería hablar de este tema en el blog, pero necesito poner en contexto para que podáis entender la situación por la que estoy pasando y lo que quiero expresar en este post. Al igual que yo, mi padre no ha tenido mucha suerte en el tema de la salud, y ha pasado por un linfoma y por un cáncer de pulmón, que consiguió superar, pero dejándole la capacidad cardiaca y respiratoria bastante tocadas. En la última revisión le detectaron un nuevo cáncer, esta vez de páncreas, cuyo único tratamiento posible es una cirugía bastante agresiva y con muchos riesgos debido a su historial clínico acumulado. Esta noticia ha caído como un jarro de agua fría en la familia y, aunque por ahora prefieren todos que me aleje, yo estoy preocupado por él y estoy intentando hacer todo lo que puedo para que esté lo mejor posible.

Sumando a esta situación difícil a nivel familiar, desde hace varios días ha vuelto el brote de las piernas, y más fuerte que nunca. Los dolores por las noches no soy capaz de describirlos en una sola palabra, pero podría explicarlos como cientos de puñaladas a lo largo de las dos piernas y de forma constante, que hacen que se me corte la respiración cuando ya llevo unas horas. Además, hoy mis piernas, seguramente debido a esos picos tan altos de dolor, ya no responden bien, y me cuesta mantenerme en pie más de cinco segundos. Sin embargo, no es solo el dolor físico, sino que duele mucho más la sensación de que los brotes cada vez son más continuos y me dejan menos tiempo para poder llevar una vida normal. No he contado nada a mi familia de este nuevo brote hasta que ha sido imposible ocultarlo, ya que me dejaron claro que a mi padre le hacía mal mi enfermedad, y lo último que quiero es hacerle daño en este momento tan difícil que está viviendo. No obstante, se me está haciendo muy cuesta arriba todo porque me veo en mi peor momento y más sólo que nunca. El no poder andar por mi mismo es la peor sensación que he tenido durante esta enfermedad y conlleva muchos problemas. Me hace depender de los demás en todo momento y como he comentado, la situación ahora no es la mejor en casa. Hubo algo que tuve claro desde aquel día del diagnóstico, y es que en el momento que fuera una carga sería cuando no querría continuar luchando.

Antes de empezar este nuevo brote, estuve analizando todo esto con el psicólogo y me habló de una teoría. Me comentó que yo era un pilar tanto en mis relaciones familiares como de amistad. "Ser el pilar de alguien" es una expresión que se utiliza para describir el papel fundamental y de apoyo que alguien desempeña en la vida de otra persona. Ser el pilar de alguien significa ser una fuente de fuerza, apoyo emocional, ayuda práctica y estabilidad en la vida de esa persona. Es ser alguien en quien confían y a quien recurren en momentos de dificultad, necesidad o incertidumbre. El problema viene cuando eres ese punto de apoyo para todos, pero que, después de apoyarse para coger impulso, te dejan atrás. Ahora mismo me siento así, creo que he dado todo por los demás, poniendo siempre mis prioridades en segundo plano, y en este momento que necesito más que nunca recibir lo mismo, ya no lo tengo. Quizás tengo gran parte de culpa por no haber sido un poco más egoísta y haberme centrado más en mi, pero ya es tarde. Ojalá poder sentirme una prioridad, un agarre de mano o un simple abrazo diciéndome que todo va a ir bien; al menos alguien con quien hablar.

Estoy en la cama de mi habitación, tumbado sin poder ponerme de pie, y he acudido a este blog como vía de soltar en algún sitio lo que siento, ya que estoy sólo y no tengo otra vía de desahogo ahora mismo. Me siento roto en mil pedazos y no encuentro forma de volver a unir esas piezas para volver a ser quien era, y lo que más miedo me da es que, mientras antes vivir era algo maravilloso para mi, la vida cada vez me decepciona más en todos los sentidos. Sin embargo, aún con todo esto, si pudiera volver hacia atrás, no dudaría en volver a ser ese pilar, ya que aunque yo no haya tenido suerte o recibido lo mismo, no puedo estar más contento de haber contribuido en una pequeña porción de la felicidad de la gente que he querido.




Comentarios

Entradas populares de este blog

La fuerza del destino

Han transcurrido cinco meses desde la última vez que vertí mis pensamientos en este rincón digital, y hoy retorno a él impulsado por dos motivos fundamentales. El primero nace de la recomendación de mi psicólogo, con quien he estado trabajando diligentemente para comprenderme mejor y enfrentar los desafíos que la vida ha arrojado a mi camino. Pero no es únicamente esta sugerencia profesional la que me trae de vuelta a estas líneas. Siento una necesidad profunda de desahogarme aquí, aunque sea solo por esta vez, sin prometer continuidad. Este escrito servirá, al menos, para aligerar algunos de los pesares que me han estado abrumando últimamente. Para dar algo de contexto, he atravesado una depresión que casi me consume por completo. Aunque he recorrido un largo camino hacia la mejoría, la oscuridad aún no ha abandonado del todo mi horizonte. A esto se suma la angustia por la grave situación de salud de mi padre, una realidad que me ha forzado a replantear muchas cosas en mi vida, temas ...

El miedo de ser una carga

Cuando recibes malas noticias en la vida, el primer instinto es la negación, buscar una manera de minimizar el problema o, mejor aún, de hacerlo desaparecer por completo. Como mencioné en publicaciones anteriores, los últimos resultados de mi enfermedad no fueron alentadores. Me han comunicado que he entrado en la fase final, y pronto empezaré a sentir todo el peso de la esclerosis. A veces me engaño a mí mismo pensando que lo he aceptado, pero la realidad es muy distinta. Intento encontrar algún pequeño atisbo de esperanza. Por eso hoy acudí a otro neurólogo, especialista en esta enfermedad, en busca de una segunda opinión. Sin embargo, no obtuve lo que buscaba; la consulta solo confirmó el diagnóstico inicial. Es difícil vivir cuando tu futuro está condicionado por algo así. En este momento, me siento roto en mil pedazos, y recurro al blog para intentar recomponerme, soltando aquí lo que pienso. Quizás me estoy abriendo demasiado y eso me asusta, tal vez incluso acabe borrando esta p...

Carta al niño que fui

Como mencioné en mi última publicación, la situación ha empeorado notablemente desde la última revisión médica, y las noticias no han sido alentadoras. Estoy trabajando con mi psicólogo para aprender a sobrellevar esta fase final de la enfermedad, y, como parte de ese proceso de aceptación, me sugirió escribir una carta a ese niño que alguna vez fui, antes del diagnóstico, antes siquiera de enfrentar los aspectos más oscuros de la vida. He reflexionado mucho sobre cómo redactar esta carta, sobre qué palabras podría ofrecerme a mí mismo para prepararme ante todo lo que estaba por venir. Se amontonan tantas ideas en mi cabeza, pero intentaré destilar lo esencial en este post, enfocándome en lo que considero más importante. Lo primero que le diría a ese niño es, inevitablemente, que enfrentará una situación de salud devastadora, algo que trastocará todo lo que hasta entonces conocía. Ese monstruo, la esclerosis, lo golpeará con una fuerza implacable, pero a la vez, le abrirá los ojos para...