Ir al contenido principal

Diario de un esclerótico

El afrontamiento de la muerte comienza con la aceptación de su inevitabilidad. Implica cambiar la actitud y el comportamiento para reducir el impacto de la amenaza de la muerte y vivir lo mejor posible hasta el final, de acuerdo a nuestras capacidades individuales. La aceptación no significa adoptar una actitud nihilista de que nada te importa ni rendirse tampoco, sino abordar la situación desde una perspectiva y un propósito renovados, lo que implica reconsiderar nuestros objetivos. Yo antes tenía muchos sueños por cumplir, cada uno de los cuales se han vuelto cada vez más imposibles y ahora mismo sólo me queda aceptar que jamás se cumplirán.

Nadie puede predecir con certeza lo que ocurrirá en el futuro, ya sea mañana o el próximo mes. El desafío consiste en aprender a convivir con la incertidumbre, considerando todas las posibilidades: que la enfermedad permita una tregua, que la muerte llegue pronto, que el sufrimiento sea agotador, entre otras. Reflexionar sobre estas opciones nos ayuda a evitar sorpresas desagradables y a contemplar el futuro con una mayor serenidad, sabiendo que, al final, podemos enfrentar la muerte de una manera digna. Y es ahí donde me encuentro ahora, ya que creo que ha llegado la hora de afrontar la muerte de cara y no dejar que esta enfermedad y lo que conlleva me siga apagando en todos los aspectos de mi vida. La persona en la que me estoy convirtiendo me gusta cada vez menos y echo de menos la alegría y mi forma de ser que tenía antes, pero la esclerosis la ha roto en mil pedazos. En la vida todos tenemos días especiales, aquellos que siempre recordamos por momentos felices que hemos pasado o por situaciones malas que hemos experimentado. El día de mi partida me gustaría que fuera una fecha especial para mí, un día que signifique mucho por haber sido un punto de inflexión, el final de una fase difícil, pero a la vez la más satisfactoria de mi vida.

Aunque pueda haber llegado al punto de rendirme, deseo que la gente me recuerde por la persona que fui antes, por aquel individuo que luchó con todas sus fuerzas contra este monstruo de la enfermedad. A pesar de haber perdido la batalla, no cambiaría ni un solo instante de esas duras luchas, porque cada uno de esos momentos difíciles me ha enseñado lecciones invaluables sobre la vida y la fortaleza humana. Existen tantas cosas que me quedo con deseos de realizar. Me habría encantado continuar avanzando en mi carrera profesional, la misma que me ha brindado tantas satisfacciones. También anhelaba explorar ese país que tanto tiempo fue un sueño en mi mente. Sin embargo, lo que más añoraré es la sencilla compañía de las personas que amo, compartir momentos con ellos, aunque en este último año me haya sentido bastante sólo, pero gran parte de la culpa la tengo yo. Espero que entiendan cuánto significó para mí su amor y apoyo incondicional a lo largo de esta travesía.

Hace exactamente un año, el 24 de octubre, inauguré este blog, 'El Diario de un Esclerótico', abriendo sus páginas para plasmar mis pensamientos. En ese momento, no tenía idea de que este blog se convertiría en mi vía de escape principal para enfrentar el año más desafiante de todos. Cada publicación estuvo acompañada de una canción, y ese primer post se respaldó en una melodía del grupo Maná. Por lo tanto, quiero cerrar este ciclo con otra canción suya, una versión que resuena conmigo y se aplica a muchos momentos de esta última etapa, así como a los que vendrán en el futuro cuando yo ya no esté.



Comentarios

Entradas populares de este blog

La fuerza del destino

Han transcurrido cinco meses desde la última vez que vertí mis pensamientos en este rincón digital, y hoy retorno a él impulsado por dos motivos fundamentales. El primero nace de la recomendación de mi psicólogo, con quien he estado trabajando diligentemente para comprenderme mejor y enfrentar los desafíos que la vida ha arrojado a mi camino. Pero no es únicamente esta sugerencia profesional la que me trae de vuelta a estas líneas. Siento una necesidad profunda de desahogarme aquí, aunque sea solo por esta vez, sin prometer continuidad. Este escrito servirá, al menos, para aligerar algunos de los pesares que me han estado abrumando últimamente. Para dar algo de contexto, he atravesado una depresión que casi me consume por completo. Aunque he recorrido un largo camino hacia la mejoría, la oscuridad aún no ha abandonado del todo mi horizonte. A esto se suma la angustia por la grave situación de salud de mi padre, una realidad que me ha forzado a replantear muchas cosas en mi vida, temas ...

El miedo de ser una carga

Cuando recibes malas noticias en la vida, el primer instinto es la negación, buscar una manera de minimizar el problema o, mejor aún, de hacerlo desaparecer por completo. Como mencioné en publicaciones anteriores, los últimos resultados de mi enfermedad no fueron alentadores. Me han comunicado que he entrado en la fase final, y pronto empezaré a sentir todo el peso de la esclerosis. A veces me engaño a mí mismo pensando que lo he aceptado, pero la realidad es muy distinta. Intento encontrar algún pequeño atisbo de esperanza. Por eso hoy acudí a otro neurólogo, especialista en esta enfermedad, en busca de una segunda opinión. Sin embargo, no obtuve lo que buscaba; la consulta solo confirmó el diagnóstico inicial. Es difícil vivir cuando tu futuro está condicionado por algo así. En este momento, me siento roto en mil pedazos, y recurro al blog para intentar recomponerme, soltando aquí lo que pienso. Quizás me estoy abriendo demasiado y eso me asusta, tal vez incluso acabe borrando esta p...

Carta al niño que fui

Como mencioné en mi última publicación, la situación ha empeorado notablemente desde la última revisión médica, y las noticias no han sido alentadoras. Estoy trabajando con mi psicólogo para aprender a sobrellevar esta fase final de la enfermedad, y, como parte de ese proceso de aceptación, me sugirió escribir una carta a ese niño que alguna vez fui, antes del diagnóstico, antes siquiera de enfrentar los aspectos más oscuros de la vida. He reflexionado mucho sobre cómo redactar esta carta, sobre qué palabras podría ofrecerme a mí mismo para prepararme ante todo lo que estaba por venir. Se amontonan tantas ideas en mi cabeza, pero intentaré destilar lo esencial en este post, enfocándome en lo que considero más importante. Lo primero que le diría a ese niño es, inevitablemente, que enfrentará una situación de salud devastadora, algo que trastocará todo lo que hasta entonces conocía. Ese monstruo, la esclerosis, lo golpeará con una fuerza implacable, pero a la vez, le abrirá los ojos para...