Ir al contenido principal

Llorando en un parque


Últimamente, he estado dedicando mucho tiempo a visitar un parque cercano a mi casa. La razón principal es que me resulta extremadamente difícil desahogarme con mis padres, ya que la comunicación sobre estos temas es prácticamente inexistente. Prefiero buscar la tranquilidad de un lugar apartado como este para poder llorar sin que me escuchen, como estoy haciendo en este preciso momento mientras escribo estas líneas. Es muy complicado tener estos momentos de angustia y ansiedad y no tener un abrazo o con quién hablar. A veces me siento un poco ridículo expresando mis pensamientos de esta manera, pero esta escritura me sirve como una forma de escape y también como un legado que espero que algún día lean las personas con las que he compartido esta vida. Siempre he creído mucho en el karma y en qué todo lo que das lo recibes en algún momento. No entiendo por qué me encuentro ahora solo en este parque, pero algo habré hecho muy mal o no seré una buena persona y por ello he acabado aquí.

Cada vez tengo más claro en mi mente que la única manera de salir del hoyo en el que me encuentro es escapando de todo y dejando atrás mi vida tal como es ahora. Creo que debo renunciar a mi trabajo y cortar todos los lazos que tengo en este momento para poder empezar de nuevo en otro lugar, lejos de aquí. Hablé de esto con mi psicólogo, y el viernes pasado me sugirió que intentara una última vez acercarme a mi familia. Al volver a casa, estaba decidido a intentarlo una vez más y empecé a imaginar planes para el fin de semana juntos, pensando en diferentes destinos para reconstruir todo. Sin embargo, al llegar, encontré la casa vacía y pronto me llamaron para decirme que se habían ido a pasar el fin de semana con mi hermano a la playa. Fue devastador darme cuenta de que me había ilusionado ingenuamente con la posibilidad de un reencuentro, solo para enfrentarme a otro golpe emocional. Tanto el sábado como el domingo fueron días difíciles, sin nadie con quien hablar y sintiéndome más solo que nunca. El domingo regresaron y, aunque me pidieron ayuda para recogerlos en la estación, debería haberme negado. Sin embargo, cometí el mismo error de siempre y accedí. Durante el viaje de regreso en el taxi, solo hablaban sobre lo maravilloso que había sido el fin de semana y sobre sus planes para otro viaje, obviamente sin contar conmigo, para Semana Santa.Principio del formulario

 

Un conocido refrán dice que no hay mal que por bien no venga. Lo que he experimentado este último fin de semana me ha reafirmado en la idea de que aquí ya tengo poco que hacer y que mi deseo de desaparecer se fortalece cada día más. Ayer volví a discutirlo con mi psicólogo, y hasta él está perdiendo argumentos para intentar cambiar mi opinión. Me instó a reflexionar sobre las cosas importantes que tengo aquí y que perdería si tomo esa decisión. Lo primero que vino a mi mente fue, curiosamente, mi familia, aunque al mismo tiempo es una de las razones por las que estoy considerando esa decisión. Es complicado sentir que las personas con las que he compartido la mayor parte de mi vida se alejan y se convierten en una fuente de infelicidad.

También consideré mi trabajo, ya que llegar hasta donde estoy ha sido una lucha ardua, más de lo que la mayoría de la gente sabe, enfrentando todo tipo de obstáculos. Si puedo identificar algún destello de felicidad en este momento, sería cuando estoy allí, donde me siento un poco valorado, algo que me resulta difícil encontrar en otros aspectos de mi vida.

Tomar esta decisión implicará separarme también de las escasas cosas buenas que aún conservo, ya que mi desaparición debe ser completa si quiero que esto funcione verdaderamente. La vida ha experimentado muchos cambios y quizás ya no siento ese apoyo que solía tener, probablemente porque lo necesito demasiado y debido a diversas circunstancias vitales, se ha vuelto imposible. Sin embargo, si he llegado hasta este punto es gracias a tener ese bastón en el que apoyarme, y aunque tenga que separarme de ese camino, siempre recordaré cómo pude mantenerme a flote sin ahogarme.

Siempre me he preocupado más por los demás que por mí mismo y eso tiene un problema, y es que la gente te coge cariño rápidamente, pero cuando ven que siempre estás ahí para ellos, acaban por darte de lado o simplemente te dejan en reserva para otros planes, ya que cuentan con que si algo les falla tú vas a seguir ahí. Me da mucha rabia esa parte de mi mismo y me encantaría poder ser de otra forma, no preocuparme por los demás y vivir mi vida solamente. Mi tiempo en este mundo es muy limitado, más con algunos temas médicos recientes que he decidido guardarme solo para mí. Por ello querría solucionar todo y pasar este tiempo que me queda con la gente que quiero, en mi trabajo que me apasiona, y viviendo momentos con esas personas que pronto no podré volver a ver más, pero todo está cambiando y cada vez tengo más claro que terminaré esta fase final yo solo.

Ahora estoy llorando, no porque tenga que tomar esta decisión, sino porque, aunque intento mantenerme fuerte, duele no sentirme incluido en la vida de los demás y este dolor es mucho peor que todos los problemas y brotes que he podido sufrir, sólo me recuerda al día que empezó todo. Cuando me diagnosticaron esclerosis, estaba sólo en esa consulta y recuerdo cómo un escalofrío recorrió todo mi cuerpo, como estar al borde de un precipicio frente al vacío. En ese momento, pensé en no compartir la noticia con nadie, creyendo que podía manejarlo por mi cuenta, pero rápidamente sentí la necesidad de compartirlo con mi ancla y más tarde con mi familia. El día que se lo conté a la primera persona supe que iba a ser alguien importante para mi.

Han pasado casi diez años luchando contra esta enfermedad, y siempre he pensado que, si esta avanzaba y seguía progresando como ha ocurrido, me gustaría pasar ese tiempo que me regala la vida con las personas que quiero. Lamentablemente, ese deseo no podrá cumplirse, pero estoy seguro de que, en mi nuevo destino, aunque quizás no encuentre la felicidad, al menos tendré la tranquilidad de que la vida continúa para todos aquellos que alguna vez estuvieron dispuestos a escucharme.




.

Comentarios

Entradas populares de este blog

La fuerza del destino

Han transcurrido cinco meses desde la última vez que vertí mis pensamientos en este rincón digital, y hoy retorno a él impulsado por dos motivos fundamentales. El primero nace de la recomendación de mi psicólogo, con quien he estado trabajando diligentemente para comprenderme mejor y enfrentar los desafíos que la vida ha arrojado a mi camino. Pero no es únicamente esta sugerencia profesional la que me trae de vuelta a estas líneas. Siento una necesidad profunda de desahogarme aquí, aunque sea solo por esta vez, sin prometer continuidad. Este escrito servirá, al menos, para aligerar algunos de los pesares que me han estado abrumando últimamente. Para dar algo de contexto, he atravesado una depresión que casi me consume por completo. Aunque he recorrido un largo camino hacia la mejoría, la oscuridad aún no ha abandonado del todo mi horizonte. A esto se suma la angustia por la grave situación de salud de mi padre, una realidad que me ha forzado a replantear muchas cosas en mi vida, temas ...

El miedo de ser una carga

Cuando recibes malas noticias en la vida, el primer instinto es la negación, buscar una manera de minimizar el problema o, mejor aún, de hacerlo desaparecer por completo. Como mencioné en publicaciones anteriores, los últimos resultados de mi enfermedad no fueron alentadores. Me han comunicado que he entrado en la fase final, y pronto empezaré a sentir todo el peso de la esclerosis. A veces me engaño a mí mismo pensando que lo he aceptado, pero la realidad es muy distinta. Intento encontrar algún pequeño atisbo de esperanza. Por eso hoy acudí a otro neurólogo, especialista en esta enfermedad, en busca de una segunda opinión. Sin embargo, no obtuve lo que buscaba; la consulta solo confirmó el diagnóstico inicial. Es difícil vivir cuando tu futuro está condicionado por algo así. En este momento, me siento roto en mil pedazos, y recurro al blog para intentar recomponerme, soltando aquí lo que pienso. Quizás me estoy abriendo demasiado y eso me asusta, tal vez incluso acabe borrando esta p...

Carta al niño que fui

Como mencioné en mi última publicación, la situación ha empeorado notablemente desde la última revisión médica, y las noticias no han sido alentadoras. Estoy trabajando con mi psicólogo para aprender a sobrellevar esta fase final de la enfermedad, y, como parte de ese proceso de aceptación, me sugirió escribir una carta a ese niño que alguna vez fui, antes del diagnóstico, antes siquiera de enfrentar los aspectos más oscuros de la vida. He reflexionado mucho sobre cómo redactar esta carta, sobre qué palabras podría ofrecerme a mí mismo para prepararme ante todo lo que estaba por venir. Se amontonan tantas ideas en mi cabeza, pero intentaré destilar lo esencial en este post, enfocándome en lo que considero más importante. Lo primero que le diría a ese niño es, inevitablemente, que enfrentará una situación de salud devastadora, algo que trastocará todo lo que hasta entonces conocía. Ese monstruo, la esclerosis, lo golpeará con una fuerza implacable, pero a la vez, le abrirá los ojos para...