Ir al contenido principal

El 80%


Hoy ha sido un día con buenas experiencias y otra bastante mala. En estas ocasiones yo siempre pido que empiecen contándome la mala para que así luego esa buena noticia que queda remonte los ánimos. Sin embargo, hoy voy a empezar contando la buena, ya que me parece más importante y la otra ya me la esperaba en cierta manera.

Por consejo de mi ancla y de mi psicólogo finalmente he decidido acudir a una asociación de esclerosis para ver como podía ayudar allí y que me ayudaran también en este proceso. He hablado con dos trabajadores de allí, recomendados por mi psicólogo y que habían leído este blog que empecé hace casi un mes ya, y me han comentado que podría ayudar mucho a la gente que pasa por la asociación buscando apoyo. Después me han presentado a un grupo de enfermos de esclerosis como yo y les he hecho un resumen de toda mi historia, aunque me ha sorprendido encontrar a una chica más joven que yo que ya la conocía por haber leído este blog desde su inicio. Yo pensaba que esto no llegaba mucho más allá de algunas personas curiosas o que se han encontrado con estas palabras de casualidad, pero me he dado cuenta de como puedo llegar a gente que ni conozco personalmente. Todo esto me ha animado mucho a seguir con el blog y sobre todo a continuar yendo a la asociación cuando pueda para tener más conversaciones con gente como yo.

He tenido esta gran experiencia en la asociación y he mantenido el tipo por suerte, pero por dentro estaba deseando llorar, ya que antes había recibido esa mala noticia que os comentaba al principio. Tenía cita con el cardiólogo, que, tras hacerme otra batería de pruebas, me ha confirmado que mi corazón sigue débil y me ha grabado a fuego ese porcentaje que lleva el título de este post: “El 80 por ciento de los pacientes con estos problemas tienen una esperanza de vida de unos 6-8 meses”. Ya había escuchado ese dato en mi ultima visita al hospital, pero aún tenía esa pequeña esperanza de que hoy cambiara algo, que hubiese una mejoría para rascar ese maldito porcentaje. Esto no va a cambiar mi forma de vivir ahora mismo ni mis objetivos, tengo más claro que nunca lo que quiero y voy a hacer en esos 6 meses. Sin embargo, no he podido evitar tener un bajón importante al llegar a casa, y aunque me he mantenido fuerte al contárselo a mis padres, al meterme ya sólo en mi habitación ha empezado la llorera y hasta ahora. Es solo un descanso en este camino que me espera, una pequeña parada para desahogarme y coger fuerzas otra vez a partir de mañana para seguir adelante con ese plan de vida de meses que tanto ansío. Voy a caminar por esa ultima escalera con todas las fuerzas que me quedan.



Comentarios

Entradas populares de este blog

La fuerza del destino

Han transcurrido cinco meses desde la última vez que vertí mis pensamientos en este rincón digital, y hoy retorno a él impulsado por dos motivos fundamentales. El primero nace de la recomendación de mi psicólogo, con quien he estado trabajando diligentemente para comprenderme mejor y enfrentar los desafíos que la vida ha arrojado a mi camino. Pero no es únicamente esta sugerencia profesional la que me trae de vuelta a estas líneas. Siento una necesidad profunda de desahogarme aquí, aunque sea solo por esta vez, sin prometer continuidad. Este escrito servirá, al menos, para aligerar algunos de los pesares que me han estado abrumando últimamente. Para dar algo de contexto, he atravesado una depresión que casi me consume por completo. Aunque he recorrido un largo camino hacia la mejoría, la oscuridad aún no ha abandonado del todo mi horizonte. A esto se suma la angustia por la grave situación de salud de mi padre, una realidad que me ha forzado a replantear muchas cosas en mi vida, temas ...

El miedo de ser una carga

Cuando recibes malas noticias en la vida, el primer instinto es la negación, buscar una manera de minimizar el problema o, mejor aún, de hacerlo desaparecer por completo. Como mencioné en publicaciones anteriores, los últimos resultados de mi enfermedad no fueron alentadores. Me han comunicado que he entrado en la fase final, y pronto empezaré a sentir todo el peso de la esclerosis. A veces me engaño a mí mismo pensando que lo he aceptado, pero la realidad es muy distinta. Intento encontrar algún pequeño atisbo de esperanza. Por eso hoy acudí a otro neurólogo, especialista en esta enfermedad, en busca de una segunda opinión. Sin embargo, no obtuve lo que buscaba; la consulta solo confirmó el diagnóstico inicial. Es difícil vivir cuando tu futuro está condicionado por algo así. En este momento, me siento roto en mil pedazos, y recurro al blog para intentar recomponerme, soltando aquí lo que pienso. Quizás me estoy abriendo demasiado y eso me asusta, tal vez incluso acabe borrando esta p...

Carta al niño que fui

Como mencioné en mi última publicación, la situación ha empeorado notablemente desde la última revisión médica, y las noticias no han sido alentadoras. Estoy trabajando con mi psicólogo para aprender a sobrellevar esta fase final de la enfermedad, y, como parte de ese proceso de aceptación, me sugirió escribir una carta a ese niño que alguna vez fui, antes del diagnóstico, antes siquiera de enfrentar los aspectos más oscuros de la vida. He reflexionado mucho sobre cómo redactar esta carta, sobre qué palabras podría ofrecerme a mí mismo para prepararme ante todo lo que estaba por venir. Se amontonan tantas ideas en mi cabeza, pero intentaré destilar lo esencial en este post, enfocándome en lo que considero más importante. Lo primero que le diría a ese niño es, inevitablemente, que enfrentará una situación de salud devastadora, algo que trastocará todo lo que hasta entonces conocía. Ese monstruo, la esclerosis, lo golpeará con una fuerza implacable, pero a la vez, le abrirá los ojos para...