Ir al contenido principal

Pedir ayuda

 

Enlazando con la anterior publicación, te puedes preguntar por qué no avisar a ese tren de que no puedes alcanzarlo para que pare y te recoja, para lo que tendría que hacer una cosa tan simple pero complicada para mí, pedir ayuda. Siempre me ha costado mucho llegar a eso, tanto con mi familia, amigos, médicos o mi psicólogo, al cual tardé mucho más tiempo del que debía en acudir.

El proceso de pedir ayuda implica en primer lugar aceptar que estás mal, algo que no es agradable para nadie, pero ese paso hace tiempo que lo he superado. El hacerse el fuerte y no aceptar el problema que tienes es algo que hacía al principio de esta enfermedad, que según iba avanzando hizo que fuera imposible seguir negando la realidad y acepté que no estaba bien. Sin embargo, me es muy difícil afrontar el siguiente paso, que sería el llamar a alguien y pedirle ayuda directamente. Posiblemente una de las razones es el miedo al “no” por respuesta, pero no directamente, sino porque siempre pienso que la gente tiene cosas más importantes que hacer que prestarme atención o ayuda, que sus prioridades nunca comienzan por mí. Este es un problema seguramente mío y por lo que siempre intento solucionar mis problemas yo sólo, lo que no conduce casi nunca a un buen final. Actualmente otra razón por la que no pido ayuda es quizás el cansancio. Estoy realmente agotado de luchar con la EM y tengo más ganas de tirar la toalla y que acabe todo que de pedir ayuda y luchar contra esto.

Tan complicado es para mi pedir ayuda como sencillo el darla. No me cuesta nada ayudar cuando me lo piden y muchas veces dejo de lado todas mis prioridades por poder ayudar a alguien. Durante mi vida creo que de esta forma de ser que tengo se han aprovechado muchas personas, tendiéndoles mi mano siempre que lo han necesitado, pero cuando la situación ha sido a la inversa sentirme decepcionado con ellos porque no estaban a mi lado. Por lo general, esperamos de las personas un reflejo de nosotros mismos, pero creo que eso solo es una frase hecha y una utopía.

Pedir ayuda es un acto de honestidad, quitarnos esa coraza que la sociedad nos impone, aceptar que podemos fracasar y que no somos perfectos. Para mí ya es tarde, pero a quien lea estas palabras le animo a nunca avergonzarse de pedir ayuda y darla también, aunque no se reciba lo mismo.



Comentarios

Entradas populares de este blog

La fuerza del destino

Han transcurrido cinco meses desde la última vez que vertí mis pensamientos en este rincón digital, y hoy retorno a él impulsado por dos motivos fundamentales. El primero nace de la recomendación de mi psicólogo, con quien he estado trabajando diligentemente para comprenderme mejor y enfrentar los desafíos que la vida ha arrojado a mi camino. Pero no es únicamente esta sugerencia profesional la que me trae de vuelta a estas líneas. Siento una necesidad profunda de desahogarme aquí, aunque sea solo por esta vez, sin prometer continuidad. Este escrito servirá, al menos, para aligerar algunos de los pesares que me han estado abrumando últimamente. Para dar algo de contexto, he atravesado una depresión que casi me consume por completo. Aunque he recorrido un largo camino hacia la mejoría, la oscuridad aún no ha abandonado del todo mi horizonte. A esto se suma la angustia por la grave situación de salud de mi padre, una realidad que me ha forzado a replantear muchas cosas en mi vida, temas ...

El miedo de ser una carga

Cuando recibes malas noticias en la vida, el primer instinto es la negación, buscar una manera de minimizar el problema o, mejor aún, de hacerlo desaparecer por completo. Como mencioné en publicaciones anteriores, los últimos resultados de mi enfermedad no fueron alentadores. Me han comunicado que he entrado en la fase final, y pronto empezaré a sentir todo el peso de la esclerosis. A veces me engaño a mí mismo pensando que lo he aceptado, pero la realidad es muy distinta. Intento encontrar algún pequeño atisbo de esperanza. Por eso hoy acudí a otro neurólogo, especialista en esta enfermedad, en busca de una segunda opinión. Sin embargo, no obtuve lo que buscaba; la consulta solo confirmó el diagnóstico inicial. Es difícil vivir cuando tu futuro está condicionado por algo así. En este momento, me siento roto en mil pedazos, y recurro al blog para intentar recomponerme, soltando aquí lo que pienso. Quizás me estoy abriendo demasiado y eso me asusta, tal vez incluso acabe borrando esta p...

Carta al niño que fui

Como mencioné en mi última publicación, la situación ha empeorado notablemente desde la última revisión médica, y las noticias no han sido alentadoras. Estoy trabajando con mi psicólogo para aprender a sobrellevar esta fase final de la enfermedad, y, como parte de ese proceso de aceptación, me sugirió escribir una carta a ese niño que alguna vez fui, antes del diagnóstico, antes siquiera de enfrentar los aspectos más oscuros de la vida. He reflexionado mucho sobre cómo redactar esta carta, sobre qué palabras podría ofrecerme a mí mismo para prepararme ante todo lo que estaba por venir. Se amontonan tantas ideas en mi cabeza, pero intentaré destilar lo esencial en este post, enfocándome en lo que considero más importante. Lo primero que le diría a ese niño es, inevitablemente, que enfrentará una situación de salud devastadora, algo que trastocará todo lo que hasta entonces conocía. Ese monstruo, la esclerosis, lo golpeará con una fuerza implacable, pero a la vez, le abrirá los ojos para...