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Cuando sabes que vas a morir

 

Hoy he ido a hacer un trámite que jamás habría pensado que fuera a hacer hace unos años, pero es algo necesario en mi situación. He acudido a un notario para poder dejar hecho mi testamento y he aprendido términos que antes sólo había visto en algún programa de televisión, el tercio de legítima, el de mejora y el de libre disposición. Parecen cosas complicadas, pero en realidad es todo bastante fácil. Ya llevaba una idea de que quería hacer con mis bienes, que tampoco son muchos, más que dinero son cosas más sentimentales que quería dejar a mi familia, tanto la de sangre como la elegida en mi vida. He salido de allí con una sensación agridulce, por un lado, de tristeza por el hecho que conlleva tener que hacer este tipo de papeleo, pero por otro me ha dado un poco de paz de dejar todo atado para cuando me vaya.

La decisión de a quien dejar cada cosa no ha sido difícil, tampoco tengo a tanta gente tan importante en mi vida como para dejarles algo en legado. El notario que me ha ayudado en esto se ha tenido que sorprender de algunas cosas, porque supongo que estará más acostumbrado a firmar testamentos de gente con fortunas, propiedades o tierras, pero en mi caso es todo más simbólico, ya que no me ha dado tiempo a ganar demasiado dinero en esta corta vida ni tampoco he nacido en una familia muy acaudalada. Sin embargo, tengo esa sensación de que cuando todo acabe, con el paso del tiempo, terminaré siendo olvidado y al menos dejando estas cosas seré recordado, aunque sea de vez en cuando.

En estos días estoy teniendo la sensación de que están cambiando las cosas a mi alrededor, que la gente que conoce mi situación está preparándose para ese momento, tanto de forma voluntaria como involuntaria. Creo que el mundo está colocando las piezas en la vida de la gente que me quiere para que cuando muera y haya pasado el duelo, puedan continuar sin notar esa pérdida. Me gustaría que la gente me recordara siempre, pero eso sería egoísta por mi parte, al final nadie es imprescindible y ahora mismo yo ya me siento pasado y no se puede vivir ahí, sino que hay que pensar siempre en el futuro.

Ojalá pueda aguantar al menos hasta abril para que me de tiempo a hacer todo lo que tengo planeado, aunque el corazón me esté dando signos de que su batería se está agotando, yo voy a poner todas las fuerzas que me quedan para conseguir ese objetivo. Está siendo difícil vivir con estas reglas, pero intento mantenerme lo más animado que puedo para que cada día consiga al menos poder sonreír en algún momento.

Quizás esto es un castigo de algo divino por haber pensado antes en quitarme la vida, pero es irónico como cuando realmente más quiero vivir, es cuando se me impone esa fecha de caducidad. Todos vamos a morir en algún momento, eso es cierto, pero cuando tienes certeza de que ese momento se acerca, cuando sabes que vas a morir pronto, es cuando te das cuenta de lo bonita que es la vida y valoras el ayer.




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