Ir al contenido principal

Enfrentando a la muerte de cara

 

Los seres humanos aceptamos las buenas noticias sin ningún problema ni discusiones, pero cuando son negativas tendemos a elevar una barrera y desconfiar de ello, buscando vías alternativas que nos nieguen ese hecho. Hoy mis padres me han convencido para acudir a una cita en busca de una segunda opinión con otro cardiólogo diferente, uno que lleva tiempo tratando a mi padre de sus problemas de salud y que confían mucho en él. Yo no tenía muchas ganas de volver a escuchar lo mismo, pero he aceptado para que ellos se quedasen más tranquilos.

Cuando hemos llegado, el médico me ha pedido que entrara yo sólo a consulta, lo que ya me ha parecido raro. Tras ver todo mi historial y mis pruebas ha llegado a la misma conclusión que el anterior cardiólogo, como me esperaba. En este caso no ha hablado de porcentajes, sino que me ha dicho que en sus treinta años de carrera han conseguido superar esto solamente tres de sus pacientes. Se me dan bien los números, pero no quiero ponerme a calcular el porcentaje que sería eso porque me temo que es mucho más bajo que ese famoso 20 por ciento que ya conocía. Después de darme esas noticias tan agradables, me ha pedido que no le comentara esto a mi padre, ya que él está también delicado de salud y no quiere perjudicarle el estado de ánimo con esto. No me gusta mentirles, pero creo que tenía razón y eso he hecho, les he dicho que este médico se notaba que sabía mucho más y que me había dado más esperanzas. Me siento en parte mal por haberlo hecho, pero creo que es ahorrar un sufrimiento innecesario.

Aunque me esperase el mismo pronóstico, algo siempre pasa por mi cabeza esperando que van a ser noticias mejores, y no os voy a mentir, un poco de decepción y tristeza he sentido. Sin embargo, me ha durado poco tiempo. Tengo más claro que nunca que estos meses voy a luchar con todas mis fuerzas contra esto y no va a ser una lucha de aguantar el dolor o lidiar con pérdidas de visión, sino que va a ser enfrentarme de cara a esa muerte pronosticada por los médicos. No tengo claro que vaya a superar esto y basándome en los datos científicos me inclino más en que es una batalla perdida, pero no quiero pasarme mis últimos meses lamentándome. No tengo ningún sitio donde escapar o esconderme, así que quiero pensar que lo peor ya ha pasado y que ahora sólo queda disfrutar d este tiempo que tengo y así cuando llegue el final no tendré ningún arrepentimiento.



Comentarios

Entradas populares de este blog

La fuerza del destino

Han transcurrido cinco meses desde la última vez que vertí mis pensamientos en este rincón digital, y hoy retorno a él impulsado por dos motivos fundamentales. El primero nace de la recomendación de mi psicólogo, con quien he estado trabajando diligentemente para comprenderme mejor y enfrentar los desafíos que la vida ha arrojado a mi camino. Pero no es únicamente esta sugerencia profesional la que me trae de vuelta a estas líneas. Siento una necesidad profunda de desahogarme aquí, aunque sea solo por esta vez, sin prometer continuidad. Este escrito servirá, al menos, para aligerar algunos de los pesares que me han estado abrumando últimamente. Para dar algo de contexto, he atravesado una depresión que casi me consume por completo. Aunque he recorrido un largo camino hacia la mejoría, la oscuridad aún no ha abandonado del todo mi horizonte. A esto se suma la angustia por la grave situación de salud de mi padre, una realidad que me ha forzado a replantear muchas cosas en mi vida, temas ...

El miedo de ser una carga

Cuando recibes malas noticias en la vida, el primer instinto es la negación, buscar una manera de minimizar el problema o, mejor aún, de hacerlo desaparecer por completo. Como mencioné en publicaciones anteriores, los últimos resultados de mi enfermedad no fueron alentadores. Me han comunicado que he entrado en la fase final, y pronto empezaré a sentir todo el peso de la esclerosis. A veces me engaño a mí mismo pensando que lo he aceptado, pero la realidad es muy distinta. Intento encontrar algún pequeño atisbo de esperanza. Por eso hoy acudí a otro neurólogo, especialista en esta enfermedad, en busca de una segunda opinión. Sin embargo, no obtuve lo que buscaba; la consulta solo confirmó el diagnóstico inicial. Es difícil vivir cuando tu futuro está condicionado por algo así. En este momento, me siento roto en mil pedazos, y recurro al blog para intentar recomponerme, soltando aquí lo que pienso. Quizás me estoy abriendo demasiado y eso me asusta, tal vez incluso acabe borrando esta p...

Carta al niño que fui

Como mencioné en mi última publicación, la situación ha empeorado notablemente desde la última revisión médica, y las noticias no han sido alentadoras. Estoy trabajando con mi psicólogo para aprender a sobrellevar esta fase final de la enfermedad, y, como parte de ese proceso de aceptación, me sugirió escribir una carta a ese niño que alguna vez fui, antes del diagnóstico, antes siquiera de enfrentar los aspectos más oscuros de la vida. He reflexionado mucho sobre cómo redactar esta carta, sobre qué palabras podría ofrecerme a mí mismo para prepararme ante todo lo que estaba por venir. Se amontonan tantas ideas en mi cabeza, pero intentaré destilar lo esencial en este post, enfocándome en lo que considero más importante. Lo primero que le diría a ese niño es, inevitablemente, que enfrentará una situación de salud devastadora, algo que trastocará todo lo que hasta entonces conocía. Ese monstruo, la esclerosis, lo golpeará con una fuerza implacable, pero a la vez, le abrirá los ojos para...