Antes de ser diagnosticado y empezar con este infierno, era una persona que
le costaba mucho llorar. Casi nunca lo hacía y tenía que pasarme algo realmente
malo como para que surgiera ese sentimiento en mí. Además de costarme mucho
hacerlo estando yo sólo, ya en público era casi imposible que me pusiera a
llorar, no por la concepción rancia y antigua de que los hombres no lloran, eso
siempre me ha parecido una chorrada, sino porque no me ha gustado nunca
mostrarme débil. Sin embargo, después de toda la vorágine vivida, es una acción
que se ha vuelto muy común en mí.
Llorar es una forma natural de soltar las emociones que tenemos o que nos
asaltan en un momento determinado. He leído en algún artículo científico que es
un mecanismo para liberar la gran cantidad de hormonas producidas durante un
choque emocional. Si nos vamos a una visión más poética, podemos citar al poeta
Mario Benedetti, que dijo que cuando uno llora, nunca llora por lo que llora,
sino por todas las cosas por las que no lloró en su debido momento. Esto se
podría aplicar a mi caso, ya que me he pasado mucho tiempo forzándome a no
soltar ni una lágrima por mal que estuviese, pero en el momento que he abierto
el grifo ya no he podido parar.
Durante el último mes he llorado bastante por emociones negativas y echo
mucho de menos el motivo contrario, poder llorar de la risa. Hace muchísimo
tiempo que no lloro por algo bueno, cosa que antes me pasaba mucho. Igual que
os cuento que me ha sido siempre difícil llorar por cosas malas, al contrario,
siempre he tenido una gran facilidad. Me ha encantado siempre reírme con amigos
hasta llorar y es algo que creo que ya no soy capaz.
Llevo dos días hablando con mi psicólogo, que me acompaña un rato en estas
noches de lloros cuando estoy más flojo de ánimos, e intento siempre mantenerme
firme y no hacerlo, pero siempre acaba cayendo alguna lagrima cuando estamos
hablando de mi situación. Desde aquí sólo puedo darte las gracias por sacar
tiempo siempre en los momentos que más lo necesito y hablar conmigo para que me
sienta más acompañado en todo esto.
Es verdad que llorar no tiene nada de malo y evitarlo sólo hace que se
enquiste todo más, pero cuando esto se convierte en algo rutinario que no
puedes controlar, se hace difícil de llevar. Poco a poco con mis charlas con el
psicólogo estoy intentando mejorar, ya que no quiero pasar los últimos meses de
mi vida estando triste, sino que quiero vivirlos sin emociones negativas que me
lastren. Sólo espero, aunque sólo sea una vez en estos meses, poder llorar de
nuevo a carcajadas como antes.
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