Ir al contenido principal

Las despedidas


El viernes recibí una noticia que aún no he acabado de digerir del todo, y es que, aunque sabía que algún día iba a llegar, no me la esperaba para nada en este momento. He pasado dos días en una nube evadiendo pensar en ello porque he estado acompañado y pasándomelo bien con mi ancla, pero ahora empieza el momento de pensar en ello y afrontarlo, por lo que se vienen días difíciles.

La esclerosis, al tener ese carácter impredecible, nunca sabes cuando va a golpearte de nuevo y hace que la vida te pueda cambiar de un día para otro. Por ello, cada vez me cuestan más las despedidas, el no saber si la próxima vez que te encuentres a las personas que quieres estarás bien, postrado en una silla o simplemente no estaré ya. Esto me ha hecho también valorar cada pequeño momento que me regala la vida para poder estar con la gente que me importa, por pequeño que sea. Siempre me ha costado mucho sentirme querido o importante para los demás y cuando ahora lo noto, es un sentimiento que me encanta y agradezco tener.

También hay despedidas que vienen de forma unilateral y que, aunque no las entiendas, hay que aceptarlas. Es el caso de la persona que me ayudó como profesional y como amigo cuando estaba en un momento bastante malo de la enfermedad, pero que con el paso del tiempo decidió dejar de ayudarme y hacer lo contrario. No sé si leerás esto, pero te agradezco lo que hiciste en su momento y espero que todo te vaya bien, ya que no soy nada rencoroso, pero creo que fue una despedida necesaria para los dos.

El decir adiós cada vez me es más difícil y más desde que la yaya se fue y aprendí lo que era una despedida definitiva. No sé el tiempo que me dará esta última fase de la esclerosis, pero quiero aprovecharlo, trabajar, disfrutar de la gente que quiero, pasar tiempo con ellos, viajar, etc. Mi neuróloga es el consejo que me dio, que aprovechara cada día ahora que no tengo ninguna lesión que me impida hacer una vida normal. Ahora estoy triste y no puedo evitar llorar cuando pienso en todo, pero poco a poco iré interiorizándolo y en unos días espero sonreír de nuevo. La yaya decía que cuando te ibas a ir de este mundo tenías que organizar bien todo lo que tenias en la vida para poder irte tranquilo en ese avión hacia arriba. Creo que a ella no le dio tiempo porque le vino la muerte de golpe, pero yo tengo tiempo para irme en paz, dejando todo bien colocado para ese viaje.




Comentarios

Entradas populares de este blog

La fuerza del destino

Han transcurrido cinco meses desde la última vez que vertí mis pensamientos en este rincón digital, y hoy retorno a él impulsado por dos motivos fundamentales. El primero nace de la recomendación de mi psicólogo, con quien he estado trabajando diligentemente para comprenderme mejor y enfrentar los desafíos que la vida ha arrojado a mi camino. Pero no es únicamente esta sugerencia profesional la que me trae de vuelta a estas líneas. Siento una necesidad profunda de desahogarme aquí, aunque sea solo por esta vez, sin prometer continuidad. Este escrito servirá, al menos, para aligerar algunos de los pesares que me han estado abrumando últimamente. Para dar algo de contexto, he atravesado una depresión que casi me consume por completo. Aunque he recorrido un largo camino hacia la mejoría, la oscuridad aún no ha abandonado del todo mi horizonte. A esto se suma la angustia por la grave situación de salud de mi padre, una realidad que me ha forzado a replantear muchas cosas en mi vida, temas ...

El miedo de ser una carga

Cuando recibes malas noticias en la vida, el primer instinto es la negación, buscar una manera de minimizar el problema o, mejor aún, de hacerlo desaparecer por completo. Como mencioné en publicaciones anteriores, los últimos resultados de mi enfermedad no fueron alentadores. Me han comunicado que he entrado en la fase final, y pronto empezaré a sentir todo el peso de la esclerosis. A veces me engaño a mí mismo pensando que lo he aceptado, pero la realidad es muy distinta. Intento encontrar algún pequeño atisbo de esperanza. Por eso hoy acudí a otro neurólogo, especialista en esta enfermedad, en busca de una segunda opinión. Sin embargo, no obtuve lo que buscaba; la consulta solo confirmó el diagnóstico inicial. Es difícil vivir cuando tu futuro está condicionado por algo así. En este momento, me siento roto en mil pedazos, y recurro al blog para intentar recomponerme, soltando aquí lo que pienso. Quizás me estoy abriendo demasiado y eso me asusta, tal vez incluso acabe borrando esta p...

Carta al niño que fui

Como mencioné en mi última publicación, la situación ha empeorado notablemente desde la última revisión médica, y las noticias no han sido alentadoras. Estoy trabajando con mi psicólogo para aprender a sobrellevar esta fase final de la enfermedad, y, como parte de ese proceso de aceptación, me sugirió escribir una carta a ese niño que alguna vez fui, antes del diagnóstico, antes siquiera de enfrentar los aspectos más oscuros de la vida. He reflexionado mucho sobre cómo redactar esta carta, sobre qué palabras podría ofrecerme a mí mismo para prepararme ante todo lo que estaba por venir. Se amontonan tantas ideas en mi cabeza, pero intentaré destilar lo esencial en este post, enfocándome en lo que considero más importante. Lo primero que le diría a ese niño es, inevitablemente, que enfrentará una situación de salud devastadora, algo que trastocará todo lo que hasta entonces conocía. Ese monstruo, la esclerosis, lo golpeará con una fuerza implacable, pero a la vez, le abrirá los ojos para...