Ir al contenido principal

Sentirse solo

 

Uno de mis mayores problemas, creados en parte también por la esclerosis, es el complejo de inferioridad que siempre he tenido. Como he comentado, desde pequeño siempre me he sentido a la cola de mis hermanos y me he puesto a mí mismo el objetivo de superarme y ser mejor que ellos en todos los aspectos. Hablando con mi psicólogo me decía que eso es una imagen que me he creado yo mismo y que no puedo pensar así, pero hoy me sigo sintiendo así muchas veces. Siento que en muchas situaciones soy un estorbo para las personas que están a mi alrededor y con la esclerosis eso no ha hecho más que aumentar, ya que he pensado que por mis limitaciones físicas algún día la gente me dará de lado del todo y me quedaré sólo.

La gente que sabe mi problema me dice lo contrario, pero no puedo evitar pensar que en algún momento se van a apartar de mi lado y los que no lo saben, cuando se enteren, lo harán también. Ya se que esto no lo he buscado yo y que no tengo la culpa, pero en algún momento tendré unas limitaciones que me van a impedir hacer los planes que otras personas pueden hacer sin ningún problema, y llegará el día que no pueda seguir su camino. Muchas veces prefiero apartarme yo antes de que acabe siendo un estorbo para cualquier plan de amigos.

Hay veces que me gustaría proponer planes o viajes, pero no lo hago porque pienso que lo van a hacer por obligación de estar conmigo y no poque quieran realmente, por lo que siempre me quedo en segundo plano esperando a que me inviten a planes pensados por otros. Esto me lleva otra vez al tema de las relaciones. Yo antes de tener esta enfermedad tenía más confianza en mi mismo, me costaba menos poder abrirme a alguien para comenzar una relación más allá de la amistad. Ahora mismo después de todos los brotes que he pasado me siento con muy poca confianza en mi mismo, y aunque no he tenido ninguna secuela física fácil de ver a simple vista, siento que no le puedo gustar a nadie. Por ello intento evitar cualquier plan que implique la posibilidad de verme rechazado o simplemente no deseado.

Siento que, aunque voy dando pasos en la vida, la esclerosis ha paralizado mi avance, me siento encerrado en una jaula de la que es difícil escapar. Esto contradice mucho mi post anterior, pero así es vivir con esta enfermedad, una montaña rusa continua en la que un día tienes cierta esperanza de tener una vida normal y otros días te sientes hundido y sin capacidad de salir de esa jaula. Ojalá encontrar pronto alguna cosa, por pequeña que sea, que me haga valorarme más y pensar que puedo conseguir cosas que ahora veo imposibles.



Comentarios

Entradas populares de este blog

La fuerza del destino

Han transcurrido cinco meses desde la última vez que vertí mis pensamientos en este rincón digital, y hoy retorno a él impulsado por dos motivos fundamentales. El primero nace de la recomendación de mi psicólogo, con quien he estado trabajando diligentemente para comprenderme mejor y enfrentar los desafíos que la vida ha arrojado a mi camino. Pero no es únicamente esta sugerencia profesional la que me trae de vuelta a estas líneas. Siento una necesidad profunda de desahogarme aquí, aunque sea solo por esta vez, sin prometer continuidad. Este escrito servirá, al menos, para aligerar algunos de los pesares que me han estado abrumando últimamente. Para dar algo de contexto, he atravesado una depresión que casi me consume por completo. Aunque he recorrido un largo camino hacia la mejoría, la oscuridad aún no ha abandonado del todo mi horizonte. A esto se suma la angustia por la grave situación de salud de mi padre, una realidad que me ha forzado a replantear muchas cosas en mi vida, temas ...

Cien latidos

Cien textos. Cien momentos en los que escribir fue lo único que pude hacer cuando todo lo demás me sobrepasaba. No siempre tuve fuerzas, y muchas veces no encontraba sentido alguno, pero incluso en los días más rotos, o precisamente en ellos, algo dentro de mí necesitaba salir, ser dicho, narrarse, aunque fuera al vacío. Como si poner palabras fuera, todavía, la única forma posible de seguir existiendo sin romperme del todo. No hay victoria aquí, ni redención. No hay moraleja de superación ni aplausos por haber llegado tan lejos. Lo único que puedo afirmar con certeza es que sigo, más cansado, con un cuerpo que se desmorona por dentro y una mente que hace tiempo que dejó de estar del todo entera, pero sigo. Y eso, con esta enfermedad, ya es mucho más de lo que parece. No recuerdo el momento exacto en el que decidí empezar este blog, solo sé que necesitaba un sitio donde volcar todo lo que no podía decir en voz alta. No buscaba consuelo, ni comprensión, ni siquiera compañía. Solo necesi...

Caer y seguir respirando

  Hoy necesitaba escribir aquí, aunque ya hace tiempo que no lo hago. Quizás porque sentí que ya no podía hablar con sinceridad en estas páginas digitales, pero creo que ha pasado el suficiente tiempo para volver a ser un lugar más invisible donde poder abrirme y desahogarme un poco. No sé ni por qué escribo esto. O mejor dicho: sí lo sé, pero me cuesta admitirlo. Escribo porque no tengo otro lugar donde dejar todo esto que me está aplastando. Porque si no lo escribo, se me enquista adentro. Y ya tengo suficientes cosas pudriéndose en el pecho. Hace unos días volví a intentarlo. Sí. Una vez más. Y sí, sigo aquí. No lo cuento para que nadie me tenga lástima. No lo cuento para llamar la atención. Lo cuento porque me estoy cayendo, hondo, lento, sin freno, y necesito decirlo en algún lado, aunque sea en este rincón casi invisible que es mi blog. Me siento como un cuerpo que sobrevive por pura inercia. Me levanto cada día sin ilusión. No porque haya una meta, o un motivo, o un sueño al...