Ir al contenido principal

Decisiones sin vuelta atrás

Ahora mismo me es muy complicado escribir, ya que llevo horas llorando y aún no consigo que pare. Tengo los ojos hinchados y cansados, pero no soy capaz ni de dormirme aún sin haber descansado nada esta última noche. Puedo decir que he llegado a mi límite, ya no veo solución posible a esto que estoy viviendo, si se puede llamar vivir, y mis días se basan en intentar mantenerme fuerte en el trabajo para terminar algunas cosas que quiero dejar hechas y romperme al llegar a casa. No encuentro ninguna  motivación ya para seguir con esto y cada día va a peor.

Esta enfermedad me ha dado golpes de todo tipo, los cuales he ido afrontando y superando porque siempre me quedaba algo de esperanza de que frenase o, tonto de mi, que acabaran encontrando una cura a este bicho. Sin embargo, este último año me he quedado sin lugar adonde agarrarme, me he sentido más solo que nunca,  y si pienso en el futuro próximo no consigo ver nada bueno. Me he cansado de las continuas visitas a médicos y hospitales para estar recibiendo siempre malas noticias, de no poder hacer planes de ningún tipo más que intentar sobrevivir al día a día o de planear cosas que acaban truncándose siempre, de no poder ni siquiera pensar en mantener una relación más de un día fugaz o de estar siempre con una careta puesta para no preocupar a los demás.

Hoy en el trabajo he terminado todo lo que me faltaba por hacer y he dejado escrita mi carta de renuncia, ya que quiero dejar todo lo más fácil posible para mis compañeros. Me da mucha rabia tener que renunciar a lo que me ha costado tanto conseguir y donde he sido realmente feliz, pero mis fuerzas están agotadas y no puedo seguir ya más, no es justo continuar así para nadie. Una de las cosas que más echaré de menos de esta vida eso trabajo como docente e investigador, ya que allí me he sentido realmente útil.

Sé que hay mucha gente que cuando lea por primera vez este blog se va a sorprender porque no se podrán imaginar que estuviese pasando por esto. Siempre se me ha dado muy bien ocultar como me siento de verdad y gracias a eso he podido evadirme de toda esta mierda en algunos momentos. Espero que toda esa gente podáis perdonarme algún día por ocultaros todo esto, ya que si lo hice así fue como medio para protegerme a mi mismo. Respecto a los que si lo sabían no puedo hacer otra cosa que pediros perdón, porque quizás me he apoyado demasiado en vosotros al tener poca gente que conociese mi situación y también pedir perdón porque no lo he conseguido, al final esto me ha podido y no he podido continuar.

Ahora tengo miedo, pero a la vez siento cierta paz al haber tirado la toalla. Es una sensación extraña, tranquilidad y respiro por no tener que luchar más y cierto terror a lo que viene ahora. Lo siento, no pude más, y este pedir perdón va especialmente por aquellos quienes han confiado en que iba a tener fuerzas para salir adelante. Como dice la canción que acompaña este post, quizás mi canción preferida, puedes pagar la cuenta en cualquier momento, pero ya no podrás salir.




Comentarios

Entradas populares de este blog

La fuerza del destino

Han transcurrido cinco meses desde la última vez que vertí mis pensamientos en este rincón digital, y hoy retorno a él impulsado por dos motivos fundamentales. El primero nace de la recomendación de mi psicólogo, con quien he estado trabajando diligentemente para comprenderme mejor y enfrentar los desafíos que la vida ha arrojado a mi camino. Pero no es únicamente esta sugerencia profesional la que me trae de vuelta a estas líneas. Siento una necesidad profunda de desahogarme aquí, aunque sea solo por esta vez, sin prometer continuidad. Este escrito servirá, al menos, para aligerar algunos de los pesares que me han estado abrumando últimamente. Para dar algo de contexto, he atravesado una depresión que casi me consume por completo. Aunque he recorrido un largo camino hacia la mejoría, la oscuridad aún no ha abandonado del todo mi horizonte. A esto se suma la angustia por la grave situación de salud de mi padre, una realidad que me ha forzado a replantear muchas cosas en mi vida, temas ...

El miedo de ser una carga

Cuando recibes malas noticias en la vida, el primer instinto es la negación, buscar una manera de minimizar el problema o, mejor aún, de hacerlo desaparecer por completo. Como mencioné en publicaciones anteriores, los últimos resultados de mi enfermedad no fueron alentadores. Me han comunicado que he entrado en la fase final, y pronto empezaré a sentir todo el peso de la esclerosis. A veces me engaño a mí mismo pensando que lo he aceptado, pero la realidad es muy distinta. Intento encontrar algún pequeño atisbo de esperanza. Por eso hoy acudí a otro neurólogo, especialista en esta enfermedad, en busca de una segunda opinión. Sin embargo, no obtuve lo que buscaba; la consulta solo confirmó el diagnóstico inicial. Es difícil vivir cuando tu futuro está condicionado por algo así. En este momento, me siento roto en mil pedazos, y recurro al blog para intentar recomponerme, soltando aquí lo que pienso. Quizás me estoy abriendo demasiado y eso me asusta, tal vez incluso acabe borrando esta p...

Cien latidos

Cien textos. Cien momentos en los que escribir fue lo único que pude hacer cuando todo lo demás me sobrepasaba. No siempre tuve fuerzas, y muchas veces no encontraba sentido alguno, pero incluso en los días más rotos, o precisamente en ellos, algo dentro de mí necesitaba salir, ser dicho, narrarse, aunque fuera al vacío. Como si poner palabras fuera, todavía, la única forma posible de seguir existiendo sin romperme del todo. No hay victoria aquí, ni redención. No hay moraleja de superación ni aplausos por haber llegado tan lejos. Lo único que puedo afirmar con certeza es que sigo, más cansado, con un cuerpo que se desmorona por dentro y una mente que hace tiempo que dejó de estar del todo entera, pero sigo. Y eso, con esta enfermedad, ya es mucho más de lo que parece. No recuerdo el momento exacto en el que decidí empezar este blog, solo sé que necesitaba un sitio donde volcar todo lo que no podía decir en voz alta. No buscaba consuelo, ni comprensión, ni siquiera compañía. Solo necesi...