En mi constante lucha contra la esclerosis, siempre he hecho todo
lo que está a mi alcance para no rendirme en esta batalla. En cada brote, he
invertido todas mis fuerzas para mantenerme a flote y seguir adelante.
Inicialmente, lo hacía con la esperanza de que un día esta enfermedad se
detendría o, al menos, me concedería un largo respiro para que pudiera
olvidarme de ella por un tiempo. Sin embargo, con el paso del tiempo, los
brotes se han vuelto más intensos y frecuentes, y en este momento siento que mi
lucha se ha convertido en una tarea para no defraudar a los demás, dejando de
lado mi propia ilusión por vivir plenamente.
Creo que cometí un error desde el momento del diagnóstico al
engañarme a mí mismo al tener expectativas poco realistas sobre lo que podría
lograr. Me empujé a mí mismo más allá de los límites de mi cuerpo, y si hubiera
sido honesto conmigo mismo desde el principio, tal vez no me sentiría como un
fracaso ahora.
Hoy en día, me resulta imposible expresar lo que siento a las
personas con las que solía comunicarme con facilidad. En lugar de palabras,
solo encuentro lágrimas. Siento que he defraudado a las personas más
importantes en mi vida al perder esta batalla, y lamento profundamente que no
haya forma de remediarlo. La decepción es una emoción que surge cuando algo o
alguien no cumple con nuestras expectativas o esperanzas. Se manifiesta como
una sensación de desilusión, tristeza o insatisfacción cuando esperábamos un
resultado diferente o mejor en una situación o de una persona. Si aún sigo aquí
y no me he rendido es porque siento que, si tomo ese último paso, el único
legado que dejaré será el haberme rendido. Sin embargo, me faltan las fuerzas,
y en muchas ocasiones, desearía escuchar que puedo partir en paz, sin
remordimientos, liberándome de la cuerda que me ata a este mundo y permitiéndome
marchar la gente que más quiero.
Al final del camino, me siento una decepción en todos los aspectos
de la vida: como hijo, hermano, profesional y amigo. Todas las adversidades que
he enfrentado me han transformado en una versión de mí mismo que difiere
enormemente de quien era en el pasado, y no me reconozco a pesar de mirarme al
espejo, aunque sigo intentando poner siempre esa cara vista de anuncio de Signal como decía Mecano, aunque en la cara oculta esté completamente roto.
Si pudiera hablar con mi yo del pasado, le diría que no se
esfuerce tanto, que este camino no termina de manera favorable y que esta etapa
que estoy viviendo no debería haber llegado. Sé que esto suena muy
negativo, pero ha llegado un momento en el que las cosas malas de mi vida ganan
por goleada a las buenas, y estoy realmente agotado. Para quien lea estas
páginas en un tiempo, siento haberos decepcionado, hice todo lo que pude, pero
no fue suficiente. Cada día tengo más claro que esto tiene que terminar si no
quiero perder totalmente lo que queda de mí, que ya es muy poco, y aunque para
mi ya ha terminado, no me quiero ir de aquí sin recordar que la vida a veces
puede ser ese carnaval tan bonito que te sorprende y por el que merece la pena
haber llegado hasta aquí.
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