El viernes recibí una noticia que aún no he acabado de digerir del todo, y es que, aunque sabía que algún día iba a llegar, no me la esperaba para nada en este momento. He pasado dos días en una nube evadiendo pensar en ello porque he estado acompañado y pasándomelo bien con mi ancla, pero ahora empieza el momento de pensar en ello y afrontarlo, por lo que se vienen días difíciles. La esclerosis, al tener ese carácter impredecible, nunca sabes cuando va a golpearte de nuevo y hace que la vida te pueda cambiar de un día para otro. Por ello, cada vez me cuestan más las despedidas, el no saber si la próxima vez que te encuentres a las personas que quieres estarás bien, postrado en una silla o simplemente no estaré ya. Esto me ha hecho también valorar cada pequeño momento que me regala la vida para poder estar con la gente que me importa, por pequeño que sea. Siempre me ha costado mucho sentirme querido o importante para los demás y cuando ahora lo noto, es un sentimiento que me encanta y ...