Durante la última semana, apenas tuve tiempo para reflexionar sobre mi propia vida. Estuve en el hospital acompañando a mi padre, quien logró vencer una batalla más contra el cáncer y ahora está en casa recuperándose. Aunque esto es una buena noticia, mi mente ha estado ocupada y preocupada. A veces, siento que algo en mí ha cambiado, como si un vacío se hubiera instalado en mi interior. La verdadera sonrisa se ha vuelto esquiva, y a menudo, solo puedo poner una sonrisa falsa para agradar a los demás o para no parecer fuera de lugar.
Decidí buscar ayuda y hablar con mi psicólogo para abordar estos sentimientos. Según él, mis principales problemas radican primero en que tiendo a preocuparme más por los demás que por mí mismo. Esto me ha pasado siempre, pero con los años sufriendo la esclerosis, quizás ha sido una vía de escape para sentir que podía ser útil cuando nada funcionaba en mi. El problema me explicó que viene cuando la gente se acostumbre a recibir esa ayuda y pasas a segundo plano, no siendo nunca una prioridad para ellos. Últimamente he tenido ese sentimiento de soledad muchas veces, de sentirme apartado o ya no tan importante.
También mencionó que necesito aceptar mi situación actual y dejar atrás los sueños y objetivos que antes me hacían feliz, pero que ahora parecen inalcanzables. En esencia, entiendo que debo aceptar mi realidad y seguir adelante con lo que tengo. Aunque esta perspectiva es desafiante, he llegado a la conclusión de que tal vez nunca vuelva a experimentar la felicidad. Esta sensación constante de vacío y tristeza me acompaña. Mi rutina diaria continúa, y pronto volveré al trabajo, aunque ya no siento la misma emoción que solía experimentar. Puede ser que haya perdido por completo la motivación para vivir.
A pesar de mi propia incapacidad para encontrar la felicidad, he decidido que haré todo lo posible para ayudar a las personas que amo a lograrla, sin convertirme en una carga ni una obligación para nadie. Ya me he acostumbrado a no ser la prioridad en la vida de nadie. De esta manera, podré presenciar la felicidad de cerca, aunque no pueda alcanzarla con las manos. Si dependiera de mí, pondría fin a todo esto ahora mismo, pero sé que algunas personas a las que quiero sufrirían por esa decisión. Así que, dado que no puedo vivir por mí mismo, seguiré viviendo por los demás, ya que por más que la busque, no consigo encontrarla, mi alegría de vivir.
Comentarios
Publicar un comentario